ROMA, 9 nov (ZENIT.org).- ¿Cuál es el objetivo de una universidad católica? Juan Pablo II respondió esta mañana a este interrogante con una respuesta directa: formar profesionistas y científicos capaces de «vivir una síntesis entre Evangelio y cultura», tratando de «hacer del compromiso cultural un camino de santidad», en «íntima armonía entre fe y razón».
El pontífice ofreció esta respuesta a los estudiantes y profesores de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Roma, al inaugurar esta mañana, en sus instalaciones, el año académico que marca también el ochenta aniversario de su fundación.
Esta Universidad es conocida en el mundo entero por su Facultad de Medicina, fundada entonces por el padre Agostino Gemelli, quien da el nombre al hospital anexo, en el que ha sido internado seis veces Juan Pablo II en sus veintidós años de pontificado.
«Cuando me han dicho: «vamos al Gemelli»; he pensado: «¡esta vez no me van a internar en el hospital!»», confesó bromeando el Papa. «Por eso, os agradezco el que esta vez nos hayamos encontrado sin necesidad de que me hospitalicen».
La última vez que el Papa Wojtyla fue hospitalizado en el Gemelli, en 1996, con motivo de la operación de apendicitis, definió este Hospital como el «Vaticano número 3». El número 2 es Castel Gandolfo, la residencia de descanso de los Papas, recordó.
El Papa ofreció su ponencia precisamente en el auditorio de la Facultad de Medicina ante personalidades civiles y religiosas de Roma e Italia.
Cultura y santidad
Tras el saludo del rector, el profesor Sergio Zaninelli, el sucesor de Pedro afrontó de lleno el meollo de su discurso afirmando que el binomio «cultura y santidad» no es «una relación indebida», pues «el compromiso cultural y el compromiso espiritual, en vez de excluirse o de estar en tensión, se apoyan mutuamente».
«La inteligencia tiene ciertamente sus leyes y sus recorridos –añadió–, pero tiene todas las de ganar cuando la persona en búsqueda es santa. La santidad, de hecho, pone al estudioso en una condición de mayor libertad interior, llena de sentido su esfuerzo, sostiene su cansancio con la contribución de esas virtudes morales que plasman hombres auténticos y maduros».
Humanismo integral
Por este motivo, Juan Pablo II consideró que «cultura y santidad es el binomio del éxito para la construcción de ese humanismo integral del que Cristo, revelador de Dios y revelador del hombre, es modelo supremo. Las aulas de la Universidad Católica tiene que ser como un laboratorio calificado de este humanismo».
Por último, Juan Pablo II aplaudió dos iniciativas pioneras de la Universidad Católica de Roma. Ante todo, mencionó el nuevo Instituto Científico Internacional Pablo VI para la investigación sobre la fertilidad e infertilidad humana, que pretende «encontrar soluciones cada vez más eficaces, en la línea de la ética sexual y procreadora confirmada constantemente por el Magisterio».
Ciencia y embrión humano
En segundo lugar, aplaudió la publicación de un nuevo documento de esta Universidad, «Desarrollo científico y respeto del hombre», en el que afronta particularmente el problema de la utilización de embriones humanos en la investigación sobre células madre o estaminales.
«En aspectos como éstos –comentó el pontífice– no están en juego sólo algunos aspectos bizantinos de la cultura, sino un conjunto de valores, de investigaciones y de comportamientos de los que depende en buena parte el futuro de la humanidad y de la civilización»
El documento, según ha explicado a los micrófonos de Radio Vaticano el rector de la universidad, el profesor Zaninelli, busca evitar contraposiciones estériles y afrontar el argumento de la utilización de embriones humanos en el área de la investigación desde el punto de vista de la razón.
«Como institución estamos convencidos de que la investigación científica puede ofrecer otro tipo de contribuciones [uso de células del cordón umbilical, por ejemplo] que están en conformidad con indicaciones de naturaleza ética y que reconocemos como válidas».
Adiós conmovido
Al final, el Papa dirigió un saludo especial a los estudiantes de Medicina. «¡Aprended ya desde ahora a tratar a los enfermos como si fueran el mismo Cristo! –les exhortó–. ¡Un trato como el que yo mismo he experimentado aquí, en el Gemelli!».
El Santo Padre, con emoción, recordó antes de despedirse a algunos de los médicos que le han atendido y que han fallecido recientemente, y, en particular, a la generosa religiosa enfermera sor Auxilia.