Monseñor Foley: Pistas para evangelizar con los medios en el nuevo milenio

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Intervención del «ministro» de Comunicación del Papa en NEA 2000

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SANTO DOMINGO, 9 nov (ZENIT.org).- La nueva evangelización dependerá en buena parte en los inicios del nuevo milenio de la manera en que la Iglesia católica sepa estar presente en los medios de comunicación. Así podría sintetizarse la intervención del arzobispo John P. Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, al intervenir en la reunión de NEA 2000 que se celebró en la República Dominicana del 23 al 26 de octubre.

El encuentro, acogido por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo y primado de América, reunió a cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos (en buena parte profesionales del mundo de la comunicación) para analizar la manera en que los medios pueden servir al proyecto de Juan Pablo II de promover la comunión y evangelización en el Norte y Sur de América.

NEA 2000, organización que pretende servir como espacio de encuentro e intercambio de grupos e iniciativas en concordancia con la exhortación de Juan Pablo II, «Ecclesia in America», en la que recoge las conclusiones del primer Sínodo de América, surgió bajo la dirección del obispo de Dallas, monseñor Charles Grahmann.

El encuentro de Santo Domingo buscaba poner en común experiencias de evangelización en el campo de la comunicación y ver la manera en que pueden ser compartidas y alentadas.

En este sentido, el «ministro» para las comunicaciones de Juan Pablo II, al intervenir en el encuentro, tras analizar el panorama que presentan los medios de comunicación en estos momentos, delineó pistas de acción para la evangelización en los nuevos areópagos de la aldea global.

La gran oportunidad
Ante todo, constató que «Los grandes emporios de la comunicación se plantean la falta de material para llenar los inmensos espacios virtuales que abren las nuevas tecnologías, los cientos de canales televisivos disponibles, etc.». Se trata en cierto sentido, según constató, de una situación que interpela a la «a ser creativa productora de los contenidos en los que es millonaria, aunque aún deba perfeccionarse en los nuevos lenguajes del mundo actual».

Y añadió: «Conviene romper esa inercia de silencio que sólo nos aleja del ciudadano de a pie». Esto implica, ante todo la necesidad de que la Iglesia cuente con medios de comunicación propios y de calidad para «competir –al menos en inteligencia– con los medios comerciales».

En segundo lugar, el vacío de contenidos actual invita a la Iglesia a trabajar por «lograr más espacios, y de mayor calidad, en los medios masivos».

Iglesia y medios masivos
«Esto puede lograrse no sólo cuando la Iglesia sabe ser noticia y fuente de noticias, sino también cuando actúa como referencia para comprender la realidad, como fuente de valores para dar prioridad a unos aspectos y desechar lo que no sirve –explicó–. Dicho de otro modo, la Iglesia puede actuar como agencia de sentido para transformar el bombardeo de informaciones en verdadero conocimiento o sabiduría que sirva para vivir plenamente».

«Si la Iglesia, por ejemplo, es capaz de ofrecer colaboraciones editoriales, análisis de la realidad o comentarios de fondo a los medios comerciales, estará haciendo un gran favor a la sociedad», consideró.

En este trabajo, monseñor Foley aconsejó a obispos, agentes de pastoral, etc. cultivar «las relaciones públicas y la atención a los periodistas, en particular aquéllos que cubren las noticias religiosas. Con frecuencia un trato humano y acogedor hacia estos profesionales, así como el conocimiento y la valoración de su trabajo, pueden ser mucho más eficaces para la difusión del mensaje eclesial que la sola expedición de noticias en forma impersonal».

Tres claves para el futuro
Por último, el arzobispo estadounidense ofreció claves muy concretas a todos los hombres de Iglesia comprometidos en el mundo de la comunicación para afrontar el nuevo escenario de la comunicación perfilado por los nuevos medios electrónicos.

En primer lugar, advirtió ante el prejuicio de pensar que para comunicar «lo más importante es tener lo último en tecnología».

«Es obvio que debemos procurar estar al día en el «know how» y conocer las tendencias innovativas en ese campo. Pero demos a la tecnología su justo valor y no más del que tiene», explicó.

En este sentido, reconoció que «La Iglesia está desarrollando una acertada «cultura de uso» de las herramientas técnicas, sin dejarse «encantar» por ellas, sino utilizándolas bien, seleccionando sólo aquello que responde a unas verdaderas necesidades pastorales».

Una «filosofía» que en el sur de América está siendo promovida precisamente por la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL). No sólo, al inicio de su intervención, había ilustrado cómo esta institución está logrando gracias a este criterio «hacer llegar los beneficios de las nuevas tecnologías hasta las comunidades más alejadas y desprovistas» de Latinoamérica.

Pero el gran desafío, concluyó que tiene que afrontar la Iglesia en estos momentos es el de «usar los nuevos lenguajes de la cultura multimediática».

«No basta con que pongamos la riqueza de los textos eclesiales en Internet, incluso en muchos idiomas: aún tenemos que «traducirlos» al lenguaje de la imagen, de la música, del videojuego –advirtió–. El temor a «reducir» los contenidos de la fe podría darse en un grupo que tuviera otra historia; pero no en la Iglesia, que se ha expresado plásticamente durante muchos siglos, animando a los artistas de todo tipo para que manifiesten los misterios del Dios hecho Hombre en mil formas diversas. Tales antecedentes no pueden sino animarnos a seguir adelante en ese camino de comunicación con nuestros contemporáneos».

Por último, monseñor Foley alentó a los congregados por NEA 2000 a «formar humana y profesionalmente a nuestros comunicadores».

«¡Las personas!, tan despreciadas por una sociedad que pone su esperanza en las cosas y en el dinero, son la fuerza de la Iglesia, que no cesa de proclamar la dignidad de cada ser humano. Así, ofreciendo espacios de crecimiento y valoración a las personas, éstas darán de sí mucho más y con mayor amor en el vasto campo de los medios de comunicación social».

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ZENIT Staff

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