ROMA (Redacción central), 11 nov (ZENIT.org).- En las últimas semanas, la
vida política en Filipinas se ha visto sacudida por acusaciones de
corrupción contra Joseph Estrada. El presidente es acusado de haber
recibido millones de dólares a través de cohecho y, en consecuencias, el
Parlamento han iniciado el procedimiento del voto de censura.
La Iglesia católica, que tiene una larga historia de participación en la
vida social y política de Filipinas, ha entrado también en el debate. Según
el «Philippine Daily Inquirer» (12 octubre), casi desde el principio del
asunto el cardenal Jaime Sin, arzobispo de Manila, invitó al presidente
Estrada a dimitir, diciendo que había perdido «la ascendencia moral para
gobernar». El cardenal Sin explicó que tal acto era justificado «por el
bien del pueblo», en una nota pastoral firmada en nombre del Consejo del
Presbiterio de la Arquidiócesis de Manila.
El cardenal Sin no es el único de los obispos críticos contra el
presidente. Según informaba «Reuters» (14 octubre) la Conferencia Episcopal
de Filipinas, que representa a los 111 obispos en esta extensa nación
católica, dijo que las alegaciones que relacionan a Estrada con los
sindicatos del juego de azar ha colocado «a la presidencia en desorden moral».
Acusaciones al Presidente
Estrada es un ex actor cinematográfico quien en sus 28 meses de presidencia
ha sido asediado por continuas acusaciones sobre su índole moral. El último
escándalo incluye alegaciones surgidas a principios de octubre por su ex
aliado político, Luis Singson, de que había recibido 414 millones de pesos
(8,7 millones de dólares) en pagos ofrecidos por los señores del juego a
cambio de hacer la vista gorda al juego de números ilegal llamado «jueteng».
La seriedad de los cargos fue puesta de relieve cuando presentó su dimisión
la vicepresidenta de la secretaria de Asuntos Sociales, Gloria Macapagal
Arroyo, poco después de que Estrada negara cualquier acción incorrecta y
rechazara las peticiones de dimisión.
Desde el principio Estrada han defendido su inocencia. Según informaba la
«BBC» (14 octubre), en una intervención televisada rechazó las alegaciones,
mientras que al mismo tiempo anunció que el Gobierno estaba eliminando todo
tipo de apuestas. Al mismo tiempo, anunció que una empresa estatal de juego
podría ser transferida al sector privado.
Una historia llena de problemas
Según explicaba Alex Magno, profesor de ciencias políticas en la
Universidad de Filipinas, en el «Asian Wall Street Journal» (9 noviembre),
la hostilidad contra Estrada tiene fuertes raíces. Cuando fue elegido
presidente en 1998, lo que se podría llamar el más «moderno» segmento de la
sociedad filipina mostró su decepción. Magno indicaba que el 39% de votos
de Estrada venía en su mayor parte de los más pobres y de los grupos más
desinformados de la sociedad. Se dejaron atraer por la demagogia populista
del ex actor y su caracterización cinematográfica como defensor de los pobres.
Mientras tanto, el voto de la clase media que definía el principal discurso
político desde 1986 levantándose contra la dictadura de Marcos quedó
fragmentado de mala manera entre seis candidatos en las elecciones de 1998.
Pasados algunos meses, Estrada fue acusado de dedicar demasiado tiempo a
sus compinches durante las famosas sesiones del «Gabinete de Medianoche»
que, en cierto modo, no hacían otra cosa que maniobrar para obtener más que
sus contrapartidas oficiales.
Mucho antes de las alegaciones más recientes, informaciones sobre amigos y
parientes del Presidente que cobraban comisiones de los mayores negocios y
contratos gubernamentales, circulaban por toda la sociedad filipina con
regularidad perturbadora. Según Magno, estas alegaciones transmitían la
creencia de que una mafia de chantaje masivo había hecho del presidente y
de sus amantes su objetivo. Esta mafia de protección cubría contrabando,
prebendas gubernamentales y operaciones de juego ilegal, así como
manipulación política de fusiones y adquisiciones.
Acontecimientos recientes
Aunque la presión a favor de la dimisión de Estrada ha seguido aumentando,
según informa a «Reuters» (7 noviembre), el Presidente no renunciará. Esta
semana, un informe de un diario mostraba que la confianza comercial en el
país había caído a su nivel más bajo desde 1998. Además en los últimos días
tanto la bolsa de valores como la divisa nacional se han debilitado debido
al escándalo en el que está envuelto Estrada. Sin embargo, antiguos
ayudantes del presidente dijeron el pasado martes que Estrada estaba firme
en su decisión de no dimitir después que un sondeo mostrara que muchos
filipinos esperaban que lo hiciera.
En un nuevo desarrollo de los acontecimientos a finales de esta semana, la
BBC (9 noviembre) comunicaba que el presidente Estrada ha admitido pagos de
comisiones en una cuenta de una fundación presidencial. Sin embargo ha
negado cualquier actuación incorrecta diciendo que los 4 millones de
dólares depositados en la cuenta no han sido gastados, lo que probaría su
incorruptibilidad.
Sin embargo, han aflorado nuevos cargos de corrupción, como informa la CNN
(10 noviembre), con alegaciones, según las cuales, habría recibido 20
millones de dólares por comisiones de la venta de la mayor compañía
telefónica y se habría embolsado más de 16 millones de dólares de una venta
controvertida de acciones.
Mientras tanto, según «Reuters» (9 noviembre), la oposición asegura que 115
congresistas habían respaldado la petición del voto de censura contra
Estrada.
Una sesión plenaria de la Casa de Representantes tendrá que reunirse hoy,
11 de noviembre. Tendrá que decidir sobre la resolución sobre el voto de
censura. Sólo se requiere un tercio de los 218 miembros, o 73 legisladores,
para que la moción sea enviada al Senado.
El Senado mantendrá después un juicio de censura, que debería empezar
posiblemente a finales de este mes, y se requiere una mayoría de dos
tercios de sus 22 miembros para remover a Estrada de su despacho.
Iglesias en conflicto
La implicación de los líderes religiosos en el fermento político no ha
disminuido con el paso del tiempo. El sábado 4 de noviembre tuvo lugar una
encuentro de oración para presionar a Estrada a dimitir. Las noticias
difieren en cuanto al número de participantes. Se calcula que estuvieron
presentes entre 50.000 y 100.000 personas.
Según indicaba el «Asian Wall Street Journal» (7 noviembre) el encuentro
tuvo lugar en el mismo lugar en el que el cardenal Sin y Cory Aquino, en
1986, celebraron un mitin que estimuló el movimiento masivo «People Power»
que derribó a Ferdinand Marcos. El diario describía el ataque del cardenal
Sin contra el presidente en el encuentro del sábado pasado como «atrevido y
duro». El líder eclesial acusó al presidente de bebedor, jugador y
mujeriego, y dijo que el poder presidencial era «una ocasión de pecado»
para el señor Estrada y que podría «recuperar su moralidad cambiando de
trabajo». La misma línea fue repetida desde los púlpitos de iglesias
católicas de todo el país el domingo.
Sin embargo no todos los grupos religiosos están contra el presidente.
Según informaba el «Philippine Daily Inquirer» (9 noviembre), los miembros
de el Movimiento El Shaddai y la Iglesia de Cristo también han convocado
para hoy un encuentro de oración, esta vez de carácter muy distinto, apoyar
al presidente Estrada.
La iniciativa ha sido fuertemente criticada por líderes eclesiales
católicos y protestantes. El padre José Dizon, portavoz del Comité 21 de
septiembre, ha
declarado que «estos dos grupos (El Shaddai e INC) tienen
diferencias irreconciliables». Según el padre Dizon, el hecho de que ahora
se hayan unido en el apoyo al presidente muestra que están siendo usados en
un intento desesperado de ayudar a Estrada a mantenerse en el poder.
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