El Gobierno francés da vía libre a la investigación sobre embriones

Cardenal Lustiger: los políticos no pueden decidir sobre la vida humana

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PARIS, 30 nov (ZENIT.org).- El Gobierno francés ha dado vía libre a la investigación sobre el embrión humano. La declaración fue hecha el martes por el mismo primer ministro Lionel Jospin, con ocasión de las jornadas sobre las ciencias de la vida y de la salud organizadas por el Comité Consultivo de Etica.

Se preparará por tanto un proyecto legislativo, que será presentado al Parlamento en el segundo trimestre de 2001, con el fin de modificar la ley actual de bioética, aprobada en 1994, que prohibe todo tipo de investigación sobre el embrión humano. Estaba prevista una revisión de la ley en 1999 pero una larga serie de valoraciones científicas y de mediaciones ministeriales retardaron esta etapa un par de años.

El proyecto gubernamental prohibirá sólo explícitamente la clonación con fines de reproducción humana, encaminada a obtener un segundo individuo idéntico al primero, pero permitirá la investigación médica con embriones con dos fines: mejorar las técnicas de procreación «in vitro» (con el fin de evitar los embarazos múltiples); y permitir el cultivo de células para poner a punto terapias para enfermedades hoy incurables.

Jospin piensa que se pueden utilizar para la investigación los numerosos embriones congelados descartados por sus propios padres.

El primer ministro ha explicado, sin embargo, que la ley invitará a los científicos a usar para sus investigaciones las células obtenidas del cordón umbilical, en conformidad con el parecer expresado en noviembre de 1999 por el Consejo de Estado.

El Gobierno propondrá la creación de un órgano de control de la investigación, para lo que se refiere a la reproducción humana como a la investigación genética. Este órgano contaría con 18 miembros representantes de diversos organismos públicos de investigación, del Consejo de Estado, del Tribunal de Apelación, de las asociaciones de enfermos y del Comité Nacional de Ética.

Ante este anuncio, muchas voces se han alzado para advertir ante el riesgo de que esta ley acabe justificando la eugenesia implícita en la investigación sobre el embrión.

En una entrevista a «Le Monde», el arzobispo de París, el cardenal Jean-Marie Lustiger, ha hecho un llamamiento a la responsabilidad de los políticos: «¿Quién protegerá a los seres humanos de sus violencias y de sus delirios si la democracia renuncia? ¿Riesgos de eugenesia? ¿Qué riesgo? Yo veo sólo eugenesia», pregunta.

El cardenal Lustiger considera inaceptable la clonación, «contraria a la dignidad humana», pero absurda también la situación creada por reproducción asistida: «Servirse de los embriones congelados con fines de investigación quiere decir aceptar una nueva transgresión utilitarista del principio de cautela y ofender mortalmente el respeto debido a lo que tiene sobre esta tierra valor absoluto, el ser humano».

«Si los responsables políticos autorizan esta transgresión –añade–, ya no tendrán motivo para prohibir la producción de embriones humanos con fines de investigación. ¿Quién les ha dado poder sobre la vida y la muerte sobre sus semejantes?».

Hay que desconfiar, concluye el cardenal Lustiger, de la investigación científica cuando ésta se alía con los grupos financieros que la mantienen: «Investigación y dinero son medios y no ídolos dignos de sacrificios humanos».

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ZENIT Staff

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