Las sorpresas de la Navidad del final de Jubileo en el Vaticano

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Por primera vez el Papa celebra la Nochebuena al aire libre

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CIUDAD DEL VATICANO, 13 dic (ZENIT.org).- Navidad, Nochevieja y el Día de Reyes serán especiales en la Ciudad Eterna: constituyen el broche de oro a 379 días, en los que han afluido a Roma más de treinta millones de peregrinos de los cinco continentes.

En la noche de Navidad, el Papa celebrará la misa por primera vez en plena plaza de San Pedro, pues se espera una enorme afluencia de fieles. Ha sido el mismo Juan Pablo II quien ha tomado la iniciativa y la ha impuesto a sus colaboradores, que le aconsejaban la más prudente y tradicional opción de celebrar la eucaristía en la basílica vaticana.

Los peregrinos que no encontrasen sitio en el templo más grande de la cristiandad hubieran podido seguir la misa a través de pantallas gigantes, como ya se hico el año pasado durante la Nochebuena, en la que abrió la Puerta Santa del Jubileo.

El pontífice, sin embargo, privilegia el contacto personal con los peregrinos y afrontará la intemperie en esa fría noche.

Pero esta masiva celebración de la Nochebuena no es la única sorpresa en el Vaticano en este período navideño. En esta ocasión, en la noche del 31 de diciembre, la plaza se convertirá en el escenario único para vivir el paso al
nuevo año. A media noche, el Papa se asomará a la ventana de su cuarto para expresar su felicitación «urbi et orbi» de año nuevo.

Ya el año pasado había deparado esta sorpresa, de modo que este saludo papal en plena fiesta de Nochevieja podría convertirse en una cita tradicional, transmitida por los canales de televisión de todo el mundo.

Pero a diferencia de lo que sucedió el 31 de diciembre pasado, cuando en la plaza de San Pedro se celebró un concierto rock y estallaron los fuegos artificiales, en esta ocasión, las personas que decidan pasar la nochevieja en el Vaticano participarán en una vigilia de oración que empezará a las 22:30.

Dado que el Jubileo concluirá con un solemne «Te Deum» de acción de gracias, la mañana del 6 de enero, ha sido suprimida esta tradicional oración que el Papa siempre recitaba el 31 de diciembre por la tarde.

Como ha anticipado el arzobispo Crescenzio Sepe, secretario del Comité vaticano para el Jubileo, el 5 de enero por la tarde, en el aula Pablo VI, se celebrará una fiesta-concierto con la participación de muchos niños, con el título «¡Feliz cumpleaños, Jesús!», para celebrar los 2.000 años del nacimiento de Cristo.

El mismo día, se cerrarán las puertas santas de las tres basílicas patriarcales de San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor.

La mañana del 6 de enero, a las 9,30, empezará la ceremonia de clausura de la de San Pedro. El Papa será el último en salir de la Basílica vaticana vacía y cerrará solemnemente la Puerta Santa, símbolo del año del gran perdón y conversión.

Luego, presidirá la misa en la plaza. No habrá las tradicionales ordenaciones episcopales. Los expertos en Liturgia han propuesto más bien al Papa la realización de gestos que simbolicen la difusión del Evangelio a todo el mundo, compromiso que asumen los cristianos al final del Jubileo.

Monseñor Crescenzio Sepe, encargado de la organización concreta del Jubileo, se muestra satisfecho: el Jubileo ha ido más allá de las expectativas, en cuanto a la afluencia de peregrinos y a la calidad religiosa de la participación. La tumba de Pedro y la Puerta Santa han sido los lugares más visitados del Jubileo. Nunca en la historia había habido tantos confesores en las iglesias de Roma.

Juan Pablo II ha participado en todos los grandes acontecimientos multitudinarios y en los Jubileos por categoría, que con pocas excepciones, se han celebrado al aire libre, gracias también a un clima que pocas ha veces ha traicionado con la lluvia. La plaza de San Pedro en muchas ocasiones se ha revelado insuficiente para contener la imponente afluencia.

El domingo pasado, durante el Jubileo de los catequistas y profesores de religión, el Papa demostró su satisfacción por el desarrollo del año santo con un gesto particular de efusión. Cogió la cabeza de monseñor Sepe y la estrechó con fuerza dando evidentes signos de entusiasmo.

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ZENIT Staff

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