ROMA, 19 enero 2001 (ZENIT.org).- Francisco de Asís es considerado desde siempre el santo más «ecologista» de la historia. Su figura, por tanto, cobra actualidad después de que el miércoles pasado Juan Pablo II hiciera un llamamiento a vivir una «conversión ecológica» como condición indispensable para evitar una «catástrofe».
En ocasiones, sin embargo, el «pobrecillo» de Asís 1182-1226) es presentado como modelo para militantes de organizaciones ecológicas radicales para quienes la divinidad parecería confundirse con la «Madre Tierra».
Para aclarar mejor la herencia que en este campo ha dejado el santo italiano, Zenit ha entrevistado al padre Luigi Iammarrone, uno de los teólogos franciscanos más conocidos en estos momentos, catedrático de la Facultad Teológica «San Buenaventura» de los Frailes Menores Conventuales en Roma.
–¿Era san Francisco una especie de «ecoterrorista»?
–Padre Iammarrone: Quien dice esto no ha leído una palabra sobre san Francisco ni conoce la historia de su vida. Para ofrecer una correcta interpretación del pensamiento de san Francisco basta recordar las palabras de fray Tommaso Celano, contemporáneo del santo de Asís: «Nuestro bienaventurado peregrino tenía prisa por dejar este mundo, que para él era como una tierra de exilio. Sin embargo, sabía sacar gran consuelo de las cosas de este mundo, las usaba como armas cuando se trataba de combatir al príncipe de las tinieblas y como espejos para contemplar la bondad de Dios. En toda obra admiraba al artífice. Atribuía al Creador las cualidades que descubría en cada una de sus criaturas y de este espectáculo, que se convertía en su alegría, se remontaba hasta su causa. Iba en busca de su Amado en todo lugar de su creación, sirviéndose de todo el universo, como una escalera para elevarse al trono de Dios».
San Francisco llamaba a los animales, al fuego, y al agua, hermanos y hermanas, pues todas las criaturas provienen de la misma fuente y, por tanto, en cierto sentido, todos son miembros de una familia.
–Para algunos ecologistas el hombre es el cáncer del planeta. Y, ¿para san Francisco de Asís?
–Padre Iammarrone: Quien afirma esto tampoco ama a las plantas o a los animales. Si amaran a las plantas, en el sentido adecuado, amarían a los hombres, para quienes ha creado el Señor las plantas, pues el universo es para el hombre. El hombre debe servirse del universo para mejorarlo, custodiarlo, transformarlo para la gloria del Creador. San Francisco no despreciaba a ninguna criatura y con menos razón despreciaba al hombre, hecho a «imagen y semejanza de Dios».
–¿Cómo sería entonces el ideario una organización ecologista que quiere seguir el ideal franciscano?
–Padre Iammarrone: San Francisco respetaba la creación porque es obra de Dios. Pero la naturaleza no es Dios. San Francisco hablaba claramente de creación y no de identidad de la naturaleza. Sin embargo, hoy día hay ideologías que llegan a divinizar la naturaleza, como si fueran nuevas formas de paganismo.
En este sentido, si san Francisco viviera hoy, condenaría la ecología entendida en este sentido pagano, y nos daría una enseñanza auténtica de ecología. Enseñaría el respeto de las criaturas porque son obras de Dios, invitaría a no ofenderlas y a no dañarlas, todas las criaturas le ayudarían a remontarse a Dios.
–Alguien ha dicho que san Francisco era vegetariano…
–Padre Iammarrone: No es verdad. Quien afirma esto no ha leído nada de la vida de san Francisco. En las antiguas biografías se lee que san Francisco decía que si el día de Navidad caía en viernes había que ofrecer ración doble de carne a los frailes y a los animales ración doble de heno por amor de nuestro Señor, nacido por nosotros.