Grito de fidelidad de un obispo chino al Papa

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Parte de sus iglesias serán destruidas por el pantano de las Tres Gargantas

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WANXIAN, 22 enero 2001 (ZENIT.orgFides).- En Roma ha resonado el grito de un obispo de la Iglesia católica en China quien en medio de la marginación y la miseria ha querido hacer llegar su fidelidad al Papa hasta la muerte.

Se trata de monseñor José Xu Zhixuan, quien por el momento ha sucedido al último obispo chino nombrado oficialmente por un Papa, monseñor Duan Yinmin (92 años), de Wanxian, fallecido el pasado 10 de enero.

«Queremos ser y somos parte de la Iglesia católica. Hemos sido siempre fieles al Papa en el pasado, hoy, y lo seremos siempre en el futuro», ha declarado a la agencia misionera de la Santa Sede Fides.

Monseñor Duan y monseñor Xu fueron invitados a participar en el Sínodo de los obispos de Asia celebrado entre abril y mayo de 1998, pero el gobierno no les dio permiso para salir del país.

Monseñor Xu, ordenado en 1989 precisamente por monseñor Duan, refiere que la muerte del prelado ha marcado profundamente a los fieles y a las autoridades civiles: «A los funerales católicos y a la sepultura asistieron miles de cristianos. A los funerales civiles asistieron sobre todo personalidades oficiales y representantes de las religiones budista y musulmana».

La diócesis de Wanxian, al Oeste de Sichuan, dispone de 13 capillas y parroquias oficiales, con sólo 8 sacerdotes, a los que hay que añadir 14 religiosas de un Instituto diocesano que ayudan en la pastoral.

«Este exiguo personal –dice monseñor Xu– tiene que ocuparse de al menos 50.000 almas». Según cálculos de Fides, los católicos de la diócesis de Wanxian son al menos 100.000, si se añaden los cristianos subterráneos no inscritos a la Asociación Patriótica.

Hablando de perspectivas, monseñor Xu dice que el problema más urgente de la diócesis es encontrar vocaciones y formar al clero: «Falta personal para formar a los seminaristas, para estimular a los sacerdotes en la puesta al día, para administrar el seminario. Los ocho sacerdotes de la diócesis, todos muy jóvenes, deben afrontar un contexto social complicadísimo. Es necesario reforzar su vocación y mejorar su preparación».

«Otro gran problema que debe afrontar la diócesis es la construcción en otros lugares de las iglesias que sumergirá el pantano de las Tres Gargantas, así como la reconstrucción del tejido comunitario entre los desplazados», explica el prelado.

El pantano de las Tres Gargantas –que se terminará en el 2009– es un proyecto faraónico querido por Li Peng para producir energía con el río Yangtze. Será el pantano más grande del mundo y sumergirá a varias ciudades y aldeas, a la catedral y a cinco iglesias.

Más de un millón de personas han tenido que abandonar sus lugares de origen. La indemnización concedida por el gobierno no es suficiente para que los desplazados puedan reconstruirse una vida y cultivar nuevos campos. La diócesis tampoco ha recibido dinero suficiente para construir otras iglesias.

Según cálculos difundidos por monseñor Duan, la suma necesaria para la reconstrucción asciende a 3,4 millones de dólares.

Hasta ahora, de las ocho nuevas iglesias que tiene que construir la diócesis, sólo se ha podido construir una, en Fengije. Para construir las demás, monseñor Xu cuenta con la ayuda de los cristianos del mundo. Pero, concluye: «tengo necesidad también de oraciones: ¡ya tengo 84 años, soy viejo!».

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ZENIT Staff

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