ATENAS, 1 mayo 2001 (ZENIT.org–FIDES).- El cardenal Ignace Moussa Daoud, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, no podrá viajar con Juan Pablo II a Atenas. Su presencia ha sido rechazada por influyentes sectores de la Iglesia ortodoxa griega.
«Es «uniata», no lo queremos. Si pisa Atenas, el arzobispo Christodoulos, primado ortodoxo de Grecia, no debería presentarse en el encuentro con Juan Pablo II», han exigido sectores radicales ortodoxos citados por la agencia de noticias de la Santa Sede, Fides. De hecho, el cardenal fue hasta el año pasado Patriarca de Antioquía de los Sirios.
En declaraciones a Fides, el teólogo católico de origen griego, Yannis Spiteris, catedrático de teología ortodoxa, explica: «El fenómeno de los «uniatas» es una herida abierta para la Iglesia ortodoxa griega. Son llamados «uniatas» los católicos incorporados en el pasado en la Iglesia ortodoxa (como sucedió en Europa del Este en tiempos del comunismo), que después volvieron a la Iglesia católica. Su retorno es considerado una traición y fruto del proselitismo católico».
La Iglesia ortodoxa ha tenido que aceptar, muy a su pesar, la visita del Papa Juan Pablo II (4-5 de mayo), quien visitará Atenas por invitación del presidente griego Costantinos Stephanopoulos. El Sínodo permanente de la Iglesia ortodoxa en Grecia ha aceptado tras muchas discusiones la visita; ahora bien, el arzobispo ortodoxo de Atenas Christodoulos no intervendrá en la ceremonia de recibimiento del Papa y ha rechazado la invitación a cenar en la Nunciatura de Atenas
Christodoulos ha escrito una Carta pastoral sobre la visita del Papa, en la que tranquiliza a los grupos integristas ortodoxos afirmando: «La Iglesia ortodoxa no entiende retroceder de sus verdades de fe o traicionar su historia. El Papa pedirá perdón por los errores cometidos por la Iglesia católica».