Adiós del Papa a Siria: «El enfrentamiento no ha tenido éxito ni lo tendrá»

Concluye la peregrinación del Santo Padre al país islámico

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DAMASCO, 8 mayo 2001 (ZENIT.org).- Con un llamamiento a la «paz justa» y la constatación de que la violencia no resolverá los problemas en Oriente Medio, Juan Pablo II se despidió en la mañana de este martes de Siria para concluir en Malta su histórica peregrinación tras las huellas de san Pablo.

En el aeropuerto puerto internacional de Damasco, el pontífice agradeció, en presencia del presidente de Siria, Bashar Al-Assad y de miembros de su gobierno, la calurosa acogida que le ha dispensado la gente de este país, en un 90% musulmán.

El Santo Padre recordó los inolvidables momentos de su visita a la mezquita de los Omeyas, cuando el 6 de mayo un obispo de Roma entraba por primera vez en un templo islámico, y confío en que este gesto sirva para «testimoniar al mundo que la religión, como adoración de Dios omnipotente, constituye la semilla de la paz en el corazón de las personas».

Ahora bien, ante el presidente sirio, el pontífice explicó que para que pueda abrirse «la puerta de la paz tienen que resolverse las cuestiones fundamentales de la verdad, de la justicia, de los derechos humanos y de las responsabilidades».

«El mundo mira a Oriente Medio con esperanza y preocupación –constató–, esperando con gran expectativa todo signo de diálogo constructivo. Quedan muchos y graves obstáculos, pero el primer paso hacia la paz tiene que ser la convicción firme de que una solución es posible dentro de los parámetros del derecho internacional y de las resoluciones de las Naciones Unidas».

No las explicitó, pero según estas resoluciones, Siria debería retirarse del Líbano e Israel de los Altos del Golán, de los territorios palestinos ocupados y del Sur del Líbano. Estas mismas resoluciones garantizan el derecho a la seguridad de Israel.

Por último, el pontífice hizo un llamamiento «a todas las poblaciones involucradas y a sus responsables políticos para que reconozcan que el enfrentamiento no ha tenido éxito ni lo tendrá. Sólo una paz justa puede crear las condiciones necesarias para el desarrollo económico, cultural y social al que tienen derechos los pueblos de la región», dijo.

Por su parte Bashar al-Assad expresó su satisfacción por el éxito del viaje del Papa y por sus palabras sobre el restablecimiento de la justicia internacional en virtud de las resoluciones de la ONU. Pero una vez más utilizó el eco mediático que le ofrecía la presencia de Juan Pablo II para responder a Israel, explicando que no se puede acusar de antisemitismo al pueblo sirio, pues es un pueblo semita.

La visita del Papa a Siria, que comenzó el 5 de mayo pidiendo justicia y paz para cada uno de los pueblos de Oriente Medio se concluyó con esta misma reivindicación, que ha sido repetida en prácticamente todos los encuentros públicos en que ha participado el pontífice.

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ZENIT Staff

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