CIUDAD DEL VATICANO, 13 mayo 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II, que este 18 de mayo cumplirá 81 años, ha vuelto a confesar que atribuye a la protección maternal de María el haber salido con vida del atentado que le tendió Mehmet Alí Agca el 13 de mayo de 1981.
En acción de gracias, el pontífice celebró en la mañana de este domingo en la basílica de San Pedro del Vaticano una eucaristía en la que ordenó a 34 nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma.
El pontífice, que suele hablar poco de sí mismo, fue muy discreto al referirse a aquellos hechos. Sólo al final, ya acabada la misa, al saludar a los miles de peregrinos que se reunieron en la plaza de San Pedro, no pudo dejar de reconocer su deuda con María: «Yo mismo tuve la posibilidad de experimentar su protección el 13 de mayo de hace veinte años».
La interpretación del Papa de este acontecimiento decisivo de su vida, ha quedado confirmada por sor Lucía, la única de las tres videntes en vida de las apariciones de Fátima, que tuvieron lugar el 13 de julio de 1917.
El 27 de abril del año 2000, la religiosa portuguesa recibió al secretario de la Congregación para la doctrina de la fe, institución vaticana que había recibido el encargo del obispo de Roma de revelar la tercera parte del secreto de Fátima.
Según sor Lucía, la figura blanca descrita en la narración de la tercera parte de las revelaciones que recibieron los tres pastorcillos se refería al Papa. Aseguró que comparte «plenamente» la afirmación realizada por el Papa Wojtyla el 13 de mayo de 1994, cuando se encontraba internado de nuevo en el Hospital Gemelli de Roma a causa de una fractura del fémur.
«Una mano materna guió la trayectoria de la bala, y el Papa agonizante se detuvo en el umbral de la muerte», dijo en aquella ocasión el pontífice.
Dieciséis días después de aquel encuentro entre monseñor Bertone y sor Lucía, el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, después de que el Papa concluyera en Fátima la misa de beatificación de los dos pastorcillos videntes, Francisco y Jacinta, anunció la publicación de la tercera parte del «secreto», anticipando sus contenidos esenciales.
«Un obispo vestido de blanco camina con dificultad hacia la Cruz, entre los cadáveres de hombres y mujeres martirizados. Son obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y numerosos laicos. Después, de repente, también él cae a tierra, como muerto, bajo los disparos de un arma de fuego», dijo el purpurado italiano.
En la mañana de este domingo, el pontífice encomendó a esa misma protección maternal el ministerio de los 34 nuevos sacerdotes que acababa de ordenar, así como la paz en Oriente Medio.