La Iglesia católica reconoció el pasado año que el régimen nazi había obligado a algunas personas a trabajar sin retribución en sus instituciones (hospitales, escuelas, etc.) y, por ello creó un fondo propio de unos 5 millones de dóalares para las indemnizaciones.
La mitad de esa cantidad se destinará a pagos directos a los antiguos trabajadores forzosos y el resto será para obras caritativas relacionadas con los países de procedencia de las víctimas. Según estimaciones de la Conferencia Episcopal Alemana, el régimen empleó en estructuras de la Iglesia católica a un 1 por mil de los casi ocho millones de deportados que el régimen nazi utilizó como esclavos.