CIUDAD DEL VATICANO, 2 mayo 2001 (ZENIT.org).- La pintura de Dorrit Yacoby con su sabor a Biblia y a desierto del Néguev da vida desde el 25 de abril a un austero edificio del Vaticano en Roma, que acoge una exposición de esta artista israelí.

La muestra, es acogida en la sede del Consejo Pontificio para la Cultura –-de hecho ha sido una iniciativa cardenal Paul Poupard, presidente de ese organismo vaticano, «Ministerio» de Cultura de la Santa Sede--, y ha podido llegar a la Ciudad Eterna gracias a la colaboración de la embajada de Israel ante el Vaticano.

El título de la exposición, «Puertas de lágrimas, lluvia de rosas», describe, según Dorrit Yacoby, «el itinerario interior, el camino de transformación a través del contacto con lo verdadero y lo divino: una puerta de lágrimas hacia la lluvia de rosas».

Al recibir el catálogo de la exposición y una de sus obras, Juan Pablo II mostró signos claros de evidente emoción. Los temas, siempre presentes, son el agua y la mujer. Objetos cotidianos de los beduinos del Néguev (en el sur del Estado de Israel, que se extiende entre Egipto y Jordania hasta llegar al golfo de Aqaba). con velas aromáticas, o con sal del Mar Muerto, acaban haciendo que estas pinturas adquieran la capacidad comunicativa de la escultura.

La artista, que ya había expuesto en Estados Unidos, Alemania, Japón o Israel, ha traído por primera vez sus obras a Roma.