ROMA, 8 octubre 2001 (ZENIT.org).- Para Giuliano Berizzi, de 60 años, Ruanda se había convertido en su segunda patria desde cuando se había jubilado hace ocho años.
Había decidido entregar los últimos años de su vida a trabajar por los más desfavorecidos de aquél país africano como voluntario al servicio de la Iglesia católica. El pasado sábado fue asesinado.
Lo que parecía un robo con un final trágico se ha convertido en un asunto misterioso, informa Misna. Según la agencia misionera, que se basa en testimonios recogidos en la capital de Ruanda, Kigali, los asaltantes que entraron en su casa pretendían asesinar y no robar. No se excluye que los asesinos se hayan equivocado de persona.
Berizzi, italiano, había viajado a Ruanda el pasado 15 de septiembre. Contaba con permanecer allí, como hacía otros años, hasta Navidad. Al volver de cada viaje, acompañaba a jóvenes africanos que venían a Italia a realizar estudios de especialización. El misionero laico enseñaba a jóvenes ruandeses el oficio de electricista.
Uno de sus familiares, al recibir la terrible noticia, comunicada por el párroco, ha dado este testimonio de este misionero seglar: «Giuliano siempre estaba, de acuerdo a su carácter, lleno de alegría, de disponibilidad, contento de trabajar en favor de los jóvenes, de los huérfanos y de los pobres en la misión salesiana».
