China: Católicos clandestinos agradecen al Papa su mensaje

Ha unido a católicos clandestinos y oficiales, aseguran

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ROMA, 29 octubre 2001 (ZENIT.org).- Católicos clandestinos chinos han hecho llegar mensaje a la agencia oficiosa vaticana Fides para hacer llegar su agradecimiento al Papa por el mensaje en el que pidió perdón por errores históricos de los hijos de la Iglesia en ese país y propone una nueva era de relaciones con Pekín.

Un sacerdote de la Iglesia no oficial (clandestina), recluido en estos momentos en su casa y controlado por la policía diariamente, dice dirigiéndose a Juan Pablo II: «Cuando he escuchado la noticia (de las palabras del Papa), he sentido un fuerte deseo de arrodillarme delante de su persona. Quisiera agradecerle el profundo y paterno amor que nos ha ofrecido a través de este mensaje del 24 de octubre».

«El Santo Padre nos ha reunido (cristianos oficiales, controlados por el régimen, y no oficiales) –añade–: sólo Él tiene esta fuerza, el coraje y esta capacidad de hacer vida el espíritu del cristianismo, es decir, el amor y la verdad. Como El mismo lo ha dicho en su mensaje, nosotros no tenemos miedo de la verdad histórica y de reconocer nuestros errores. Todo esto, por el contrario, nos servirá para vivir mejor nuestra misión en el futuro».

Otro de los mensajes ha sido enviado por un intelectual católico clandestino. Dice así: «El Santo Padre ha resaltado nuestra dignidad como pueblo chino; nos ha tratado con un respeto como sólo Él puede ofrecernos».

«Quizás sea la primera vez que nosotros, católicos chinos, nos encontramos finalmente juntos y unidos, para alegrarnos por esta dignidad y agradeciendo el generoso gesto del Papa», constata.

«Somos, en verdad, todos hermanos –concluye el intelectual chino–. De parte de todos lo chinos no creo que haya reacciones negativas. Cada chino de buena voluntad y buenas intenciones entiende el significado profundo de este mensaje y puede aprender algo de este gesto del Papa. Es más, también nosotros, esperamos tener la visión amplia y el corazón grande como el Santo Padre. Nos hace mucha falta».

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ZENIT Staff

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