PEKÍN, 30 octubre 2001 (ZENIT.org).- China consideró este martes que la petición de perdón presentada por Juan Pablo II por los errores históricos cometidos por los hijos de la Iglesia en ese país constituye un «signo positivo».
Ahora bien, aclaró el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Sun Yuxi, durante una rueda de prensa, «hemos constatado al mismo tiempo que en el mensaje del Papa no se pronunciaban todavía excusas claras por la canonización de santos [chinos]. Lo lamentamos», añadió.
Juan Pablo II está dispuesto a viajar a China si esto sirve para normalizar las relaciones con Pekín, declaró el jueves pasado el arzobispo Giuseppe Pittau, secretario de la Congregación vaticana para la Educación Católica.
Pekín había protestado con fuerza el año pasado por la canonización de 120 mártires considerados por las autoridades comunistas como «criminales», y afirmó que este «insulto al pueblo chino» alejaba toda posibilidad de acercamiento al Vaticano.
Juan Pablo II rompió el hielo que se creó entonces enviando el miércoles pasado un mensaje al pueblo chino con motivo de los cuatrocientos años de la llegada a China del misionero jesuita Matteo Ricci, quien llevó el saber occidental de la época al gran imperio.
«El gobierno chino ha querido siempre mejorar sus relaciones con el Vaticano basándose en dos principios fundamentales», siguió diciendo el portavoz comunista: la ruptura de relaciones diplomáticas con Taiwán y la no injerencia en los asuntos internos con el pretexto de la religión.
Varios exponentes de la Santa Sede, entre ellos el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, y el arzobispo Pittau, han afirmado en repetidas ocasiones que la primera condición, Taiwán, es fácil de resolver, pues la representación diplomática vaticana siempre había estado en Pekín, hasta que tuvo que ser «desplazada» en 1957 a Taiwán, cuando la China popular rompió sus relaciones con el Papa.
La segunda cuestión suscitada por Pekín es más complicada, pues el gobierno comunista considera que el nombramiento de obispos por parte del pontífice constituye una injerencia en «asuntos internos» chinos.
Monseñor Pittau reveló el jueves que «Juan Pablo II ha pensado ya en soluciones técnicas» para superar el problema. Estas soluciones, añadió el prelado, serán propuestas a Pekín apenas se presente la ocasión.
En Vietnam, por ejemplo, la Santa Sede presenta al gobierno comunista una lista de candidatos para el gobierno de una diócesis. Las autoridades escogen al futuro obispo que consideran oportuno entre los propuestos por el Papa.