ROMA, 28 enero 2002 (ZENIT.org–Avvenire).- El Observatorio Parlamentario de Roma acaba de dedicar un seminario a la Convención a la elaboración de una Constitución Europea en el que se ha pedido tener en cuenta la aportación del cristianismo.
El jurista Achille Chiappetti, profesor de Derecho Público en la Universidad La Sapienza de Roma, introductor del seminario, aún reconociéndose como laico, se dice convencido de que la Constitución no podrá dejar de ser cristiana, pues la historia del viejo continente está marcada por valores naturales que defiende el cristianismo.
El seminario tenía lugar después de que el pasado 10 de enero (Cf. Zenit, 10 de enero de 2002), Juan Pablo II denunciara ante los embajadores acreditados ante la Santa Sede el rechazado de la Unión Europea en diciembre pasado, en Laeken, de la contribución de las comunidades creyentes en la Convención, que debería servir para redactar la futura Constitución europea.
«La religión lleva consigo valores inmensos para el hombre –dice el pensador laico–. Sin la religión cristiana, además, no habríamos llegado a este nivel de nuestra civilización».
–¿Cómo explica esta tentación de poner en segundo plano las raíces cristianas de Europa en el momento en que se pone en marcha el proceso que llevará a una Constitución europea?
–Achille Chiappetti: Es verdad, no se ha hablado expresamente, pero estas raíces son recordadas ampliamente en la Carta de los Derechos de Niza que está toda atravesada, como lo está toda la civilización occidental, por los valores de la cristiandad. La Convención está ahora llamada a establecer si aquella Carta se convertirá en vinculante para todos los Estados europeos. Los «derechos europeos» son justamente los contenidos en el texto preparado en Niza. En los artículos 9 y 10 se salvaguardan por ejemplo el matrimonio, la familia y las religiones.
–En esta fase todavía preconstituyente, ¿considera necesario escuchar a las diversas confesiones religiosas?
–Achille Chiappetti: Jurídicamente no hay ninguna obligación para escuchar a nadie en especial. En realidad, la idea que se ha desarrollado tanto en Niza como en Laeken es que este proceso debe ser lo más abierto posible a la sociedad civil. Existe el compromiso formal de escuchar a todos sus componentes e incluso la obligación de tomar en consideración, en la discusión de la Convención, las propuestas que lleguen.
–¿Cómo es posible traducir los valores cristianos en norma jurídica?
–Achille Chiappetti: A través de una referencia a los valores del cristianismo. Sería algo lógico, aún sin la necesidad de proclamar expresamente que los valores cristianos fundan la concepción del hombre en la sociedad moderna. En parte, porque una tal proclamación podría aparecer incluso una señal de debilidad, de temor de que estos valores se hayan perdido. Ciertamente, tras los atentados del 11 de septiembre, dan ganas de declararlos de nuevo, pero son valores tan fuertes que no hay necesidad. Cuando se dice que la «República reconoce y garantiza los derechos inviolables del hombre» o se exige el cumplimiento de deberes inalienables de solidaridad, ¿no puede ya ser leído como puro cristianismo?