CAGLIARI, 22 febrero 2002 (ZENIT.org).-, 22 febrero 2002 (ZENIT.org).- El reconocimiento de un milagro podría abrir las puertas de la beatificación a un policía católico que salvó de una muerte segura a unos seis mil judíos.

El 10 de febrero de hace 57 años moría en Dachau, tras cuatro meses de sufrimientos y torturas, el ex jefe de policía de Fiume (Italia), Giovanni Palatucci. Su culpa ante los nazis fue precisamente haber salvado miles de vidas judías.

El proceso de Palatucci, que murió a los 36 años, se inició en Roma el 17 de junio de 1999. Ahora parece darse el requisito más importante para su beatificación: un milagro atribuido a la intercesión de este policía que ya es Siervo de Dios.

Así lo espera el padre Gianfranco Zuncheddu, capellán de la Policía italiana y postulador de la causa, quien ha declarado al diario italiano Avvenire «Tenemos elementos suficientes para considerar que se ha producido una curación extraordinaria».

Los hechos se remontan a hace un año. A una mujer, cuya identidad no se ha hecho pública, casada y madre de cuatro hijos, se le diagnosticó un carcinoma agudo en la mama en el cuarto estadio, prácticamente en fase terminal.

El dato fue confirmado por el hospital Gemelli de Roma que habla también de metástasis en el hígado, bazo y cerebro. Entre este terrible diagnóstico y el milagro pasan diez días, después de los cuales un nuevo examen, también en el Gemelli, certificó que su estado de salud era normal y que no necesitaba terapias.

La mujer atribuye esta curación a Palatucci, a cuya protección se confió por consejo del párroco de un pueblo vecino que le entregó una estampa del Siervo de Dios con una oración.

Sin embargo el verdadero primer milagro lo hizo el jefe de policía enviando a los judíos de Fiume y alrededores arrestados al campo de concentración de Campagna, localidad en la que era obispo un tío suyo que recibía los judíos con cortesía y generosidad.

«Nos quieren dar a entender --escribía el policía candidato a beato-- que el corazón es sólo un músculo y nos quieren impedir hacer lo que el corazón y nuestra religión nos dictan».

En 1943, en plena ocupación nazi de Fiume, el joven jefe de la policía logró poner a salvo a al menos mil judíos: los embarcó clandestinos en las naves que recorren el Adriático. Para ello, los escondía hasta encontrar la nave adecuada. Después, destruía sistemáticamente el material relativo a los judíos depositado en las oficinas de la policía. A los ciudadanos en peligro les proporcionaba documentos falsos.

El 13 de septiembre fue arrestado por la Gestapo y, tras ser detenido en la cárcel de Trieste, fue transferido al campo de Dachau, el 27 de enero de 1945, a donde no habían llegado todavía los liberadores.

Éstos llegaron al campo de concentración el 29 de abril, demasiado tarde para salvar de la fosa común de la colina de Leitenberg al joven funcionario de policía.