MADRID, 27 febrero 2002 (ZENIT.org).- El «ministro» de Asuntos Exteriores de la Santa Sede, el arzobispo Jean Louis Tauran, pidió en Madrid este miércoles que se respeten los acuerdos entre España y la Santa Sede.
Monseñor Tauran, cuyo cargo oficial es secretario para las Relaciones con los Estados del Vaticano, se encuentra en España en visita oficial, donde ha sido recibido por el Rey Juan Carlos I y el presidente del Gobierno, José María Aznar, así como con otros altos representantes del Ejecutivo.
«Instrumento de concordia»
En la mañana, monseñor Tauran pronunció ante la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal española un discurso en el que dejó claro que los acuerdos Iglesia-Estado son «un instrumento de concordia y no de privilegio».
«No puede considerarse privilegio el reconocimiento de una realidad social de tan gran importancia, no sólo histórica, sino vivamente actual, como son, en España, la Religión y la Iglesia católica, sin con ello quitar nada de cuanto, en una sociedad pluralista, sea debido a los ciudadanos de otra fe religiosa o de distinta convicción religiosa», afirmó el arzobispo francés.
El diplomático vaticano exigió un esfuerzo para superar lagunas y problemas heredados del pasado o que surgen en el presente, algunos de los cuales consideró de «particular importancia», como la cuestión de la enseñanza de la religión en la escuela pública, «área en la cual el deterioro es evidente y progresivo».
«Es esencial hacer comprender a todos que la Iglesia no hace la competencia al Estado y no quiere aparecer como tal», añadió Tauran.
«En este sentido –insistió–, la comunidad cristiana no puede presentarse como una sociedad contrapuesta a la sociedad civil, sino que desea ser considerada y valorada siempre como un «partner» fidedigno, con el cual se pueda colaborar para el bien temporal y el crecimiento espiritual de las personas y la armoniosa convivencia social».
Alma europea
Dado que en el primer semestres de 2002 España es presidente de turno de la Unión Europea, el alto representante vaticano pidió la colaboración de ese país para la construcción de la «casa europea», que implica la unificación progresiva del continente y su ampliación.
En particular, añadió, es necesario tener en cuenta los valores sobre los que debe basarse este proceso, que no puede olvidar «su larga tradición histórica; su rico patrimonio cultural; el equilibrio entre unidad y diversidad que lo caracteriza […]»; «el crecimiento económico; y la confianza en el futuro».
«Espero vivamente que no conseguirán debilitar o extinguir esta confianza realidades trágicas como la violencia y el terrorismo, que en ningún caso puede ser justificado, aceptado o tolerado, y que la Iglesia en España ha condenado «en todos los lugares de la geografía y en todas las épocas de la terrible historia del fenómeno» (cardenal Rouco, Presentación de La Iglesia frente al terrorismo de ETA, BAC, p. XV)».
Entre las otras realidades «preocupantes» de la sociedad española mencinó, en particular, «la crisis demográfica actual, cuya superación exige, entre otras cosas, un firme y permanente apoyo de todos a la familia fundada en el matrimonio».