ROMA, 27 febrero 2002 (ZENIT.org).- Lo que hoy necesitan los jóvenes son educadores santos que les ofrezcan «una propuesta integral», constató el vicario general de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco, el padre Luc Van Looy, al inaugurar el capítulo general el 25 de febrero en Roma.
El encuentro servirá, entre otras cosas, para escoger al sucesor del recién fallecido padre Juan Edmundo Vecchi, rector mayor de la congregación religiosa, que cuenta con más de 17 mil religiosos en todos los continentes.
Constituye una de las congregaciones religiosas dedicadas a la educación más importantes de la Iglesia católica.
Un mundo desintegrado
El padre Van Looy, en su ponencia, constató que el mundo juvenil cambia «velozmente». «La
fe no encuentra fácil ciudadanía entre los jóvenes, la persona de Cristo y su mensaje están ausentes o son poco conocidos, el sentido del pecado se ha oscurecido y la justificación de los propios actos y posturas está guiada por el proprio modo de pensar y de sentir».
«Esto –explicó el religioso salesiano– hace más difícil el papel del educador que quiere comunicar los valores principales para la vida».
«Es un desafío que exige una preparación cultural y religiosa cada vez más elevada por parte de todos los educadores y evangelizadores, para ser capaces de afrontar situaciones y personas, poder
aclarar las ideas y guiar a las personas», añadió.
Hay que llevar a los jóvenes, indicó el vicario general, una «propuesta integral», «modelos que unifiquen en modo coherente y participado todo aquello que en la sociedad está separado y fragmentado».
En una sociedad dividida «nuestras comunidades deben seguir confrontándose con la fatiga de mostrar que la unidad fraterna y el compartir metas comunes son posibles». Los salesianos tienen unas 1850 casas en todo el mundo.
Educadores santos
Según Van Looy lo que se necesitan hoy son «personas santas, capaces de encender la llama vocacional en los jóvenes».
El vicario salesiano reconoció que en algunas personas dedicadas a la educación se nota «cansancio: cansancio de luchar, de trabajar sin ver los frutos, de afrontar un mundo desorientado».
«Algunos hermanos –denunció– conciben su trabajo más como trabajo profesional que apostólico; las expresiones de vida espiritual y de oración no corresponden siempre a lo que los jóvenes buscan».
En la vanguardia de la evangelización
Ahora bien, el análisis de la realidad salesiana presentado por Van Looy demuestra que la congregación se encuentra «en la vanguardia de la evangelización, en contacto con otras religiones, en situaciones ecuménicas, en territorios de la más grande pobreza económica, humana y cultural».
La relativa caída numérica de la congregación se compensa por la calidad del compromiso apostólico y pastoral, que se está abriendo a nuevos países y sectores, desde el sida a la educación en los centros más pobres de Asia.
En Medio Oriente, los salesianos están comenzando obras en Kuwait y en Irak. En Asia y Australia, se expanden con casas en Nepal y Japón, en las Islas Salomón, en Paquistán y en las Islas Fiji. Su labor en todo el continente asiático, constató el vicario, está sirviendo para la promoción de un diálogo religioso sin sincretismos.
En Africa, han nacido comunidades en Malawi, Namibia, Isla Mauricio, Zimbabwe. En Gambela (Etiopía), la Santa Sede ha confiado una nueva prefectura apostólica a los hijos de Don Bosco.
Como reflexión para el futuro inmediato, Van Looy propuso a los salesianos «reflexionar sobre la incidencia de nuestra acción cuando las obras se hacen demasiado grandes y complejas, con un limitado número de religiosos salesianos».
«Hay que interrogarse, en tales condiciones, hasta qué punto logramos comunicar el espíritu de Don Bosco a los colaboradores laicos y hasta qué punto logramos hacer efectivamente de nuestros destinatarios sólidos y honestos ciudadanos y personas convencidas de los criterios del buen cristiano», concluyó.
