CIUDAD DEL VATICANO, 6 marzo 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II agradeció este miércoles a los peregrinos congregados en la plaza de San Pedro sus oraciones por su pronto restablecimiento de la dolencia que le provoca en la rodilla la artrosis.
«Gracias por vuestra visita y por las oraciones que habéis elevado por mi pronta curación», dijo el pontífice quien no pudo presidir por ese motivo la audiencia general.
La silla del Papa permaneció vacía en la Sala de las Audiencias del Vaticano. En su nombre, sus colaboradores leyeron en los diferentes idiomas la meditación que había preparado para su encuentro con los fieles.
Después, los fieles pasaron a la plaza abrazada por la columnata de Bernini. Bajo un cielo cubierto de nubes, el Santo Padre se asomó a la ventana de su biblioteca para saludar durante unos tres minutos a las 15 mil personas congregadas, «en particular a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados».
A todos, les alentó a continuar el camino de la Cuaresma «con la mirada en Cristo, al que podemos encontrar en la intimidad de la oración».
Refiriéndose a la meditación sobre el Salmo 64 que había sido leída anteriormente, el obispo de Roma explicó que se trata de un pasaje poético en el que «la naturaleza se convierte en un signo elocuente de la acción divina».
«Como la tierra resurge en primavera por la acción del Creador, así el hombre resurge de su pecado por la acción del Redentor», dice el texto que el Papa no pudo leer.
«Creación e historia están, de este modo, bajo la mirada providente y salvadora del Señor», asegura.
«¡No hagas caso, por tanto, a lo que te promete el mundo!», fue la conclusión a la que llegó el sucesor de Pedro citando a san Agustín. «Considera más bien aquello que promete el Creador del mundo».