ROMA, 14 marzo 2002 (ZENIT.org-Avvenire).- La resolución «Mujeres y Fundamentalismo» aprobada este miércoles por el Europarlamento ha recibido duras críticas de una de las máximas figuras del feminismo en Europa, Maria Antonietta Macciocchi.

El informe, escrito por la socialista española María Izquierdo, fue aprobado por dos votos.
En esta entrevista, Macciocchi. La escritora recuerda la entrevista que hizo a Juan Pablo II en 1989 que luego contó en el libro «Las mujeres según Wojtyla».

Hija de antifascistas, Macciocchi fue elegida en Nápoles diputada del Partido Comunista Italiano en 1968. En enero de 1992, recibió la Legión de Honor francesa entregada por el presidente Mitterrand en reconocimiento a sus méritos culturales de escritora, catedrática, y periodista. Se ha entrevistado dos veces con Juan Pablo II en calidad de mujer intelectual.

--¿Tiene todas estas culpas la Iglesia en su trato de la mujer?

--Macciocchi: Desde este punto de vista, podemos estar tranquilos porque Juan Pablo II es el primer Papa que ha dicho creer en el genio de las mujeres. Aquella frase suya incidió profundamente en los años en que la pronunció. En el curso de una entrevista que me ofreció, recuerdo que dijo textualmente: «Yo creo en el genio de las mujeres». Me quedé estupefacta y él precisó: «Si, he dicho justamente que creo en el genio de las mujeres». Creía que no había comprendido bien. La Iglesia ha hecho un gesto histórico con esta frase a la que luego siguió la carta apostólica «Mulieris dignitatem».

--Estrasburgo pide en cambio que la Iglesia se quede de lado, encerrada en lo privado de la fe.

--Macciocchi: Se trata de un ataque directo y ese es precisamente el objetivo del Informe. No es verdad lo que sostiene la resolución. Por lo que se refiere a las mujeres, todas las palabras que son pronunciadas por la Iglesia son palabras de comprensión, que aprecian el sacrificio, el esfuerzo y las injusticias sociales a las que son constreñidas. Aparte del hecho de que la religión no se ha desarrollado nunca en un ambiente privado. Más bien es justamente este carácter suyo público el que ha contribuido a dar un carácter a la sociedad. Creo que Estrasburgo debería dedicarse a otros problemas, como los que tenemos en Italia.

--¿A qué se refiere?

--Macciocchi: Italia no ha aprobado nunca en su Constitución un artículo semejante al votado en Francia. Si Jospin gana las elecciones, será gracias a las mujeres francesas que han apreciado muchísimo el compromiso de Jospin de convertir la paridad entre hombre y mujer en un hecho real. Esta paridad ahora está en su Constitución y establece que todas las representaciones elegidas deben tener el mismo número de mujeres y hombres.

--En Italia no existe nada semejante.

--Macciocchi: No lo han querido hacer. Tendrían que haber votado una ley en el Parlamento para modificar la actual Constitución para que hubiera un artículo sobre las mujeres. En Italia la paridad no existe y Estrasburgo, en vez de ocuparse de sociedades de todos modos «cerradas» como las Iglesias, pero abiertas a los espíritus, haría bien en ocuparse del Estado italiano, donde la paridad femenina es ignorada.

--¿Cómo juzga esta interferencia en asuntos propios de la Iglesia por parte de Estrasburgo? ¿Laicismo quiere decir esto?

--Macciocchi: El documento parte de las mujeres y atraviesa todas las instituciones de la sociedad. Hay una separación entre Estado e Iglesia, lo que quiere decir que en el ámbito del propio Estado o de la propia religión, hay el derecho de poder intervenir sobre los asuntos humanos que afectan a los otros.

--El llamado «punto k» del Informe, luego enmendado, afirmaba que cuando la Iglesia interviene públicamente sobre este tipo de cuestiones atenta contra el ordenamiento de los Estados miembros.

--Macciocchi: Esto verdaderamente no lo comprendo. Se puede intervenir libremente sobre muchos temas, como la escuela. Se requiere que las ideas que se proponen sean de progreso y apertura. Todo depende de que se dice, de lo que proponen las Iglesias.