CIUDAD DEL VATICANO, 18 marzo 2002 (ZENIT.org).- Han matado al mayor defensor de las poblaciones inermes de Colombia, asegura el director de la agencia misionera de la Santa Sede, Fides, al recordar a monseñor Isaías Duarte Cancino, arzobispo de Cali.
El padre Bernardo Cervellera recuerda al prelado como «un tipo amigable y alegre», desbordante de buen humor.
El arzobispo de 63 años, que fue asesinado este sábado al salir de una Iglesia donde había celebrado matrimonios, recuerda el misionero y periodista, era «capaz de tronar ante los guerrilleros marxistas y ante las tropas paramilitares y los políticos».
Según el director de Fides, «al igual que monseñor Juan Gerardi en Guatemala, que el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en México, que el arzobispo Oscar Romero en El Salvador, monseñor Duarte, hombre de Evangelio, reafirmó que el hombre y su dignidad es el camino de la Iglesia».
«Con ello, sin embargo, se enemistó con quien quiere hacer del hombre un simple instrumento de su ideología o de su poder económico», reconoce.
El director de Fides recuerda las palabras encendidas de Duarte contra los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que en el año 2000 masacraron a un poblado durante un ataque de 18 horas. Al final jugaron al balón con las cabezas de los policías y militares asesinados.
«A un guerrillero que secuestra y asesina […] le faltan las virtudes propias de un ser humano y se transforma en el más miserable de los hombres», denunció el arzobispo de Cali.
Después de haber acusado a las FARC de cometer «crímenes contra la humanidad» y contra el pueblo que afirma defender, concluía: «Pedimos al Señor que estos guerrilleros sientan el dolor de asesinar a un hermano inocente e indefenso, que comprendan que no están combatiendo una guerra justa».
Las críticas del arzobispo, recuerda el padre Cervellera, se dirigieron también contra el gobierno del presidente Andrés Pastrana, «que no es capaz de exigir el respeto de los derechos humanos» y es demasiado tímido a la hora de recorrer «caminos de paz, en la justicia social y en la concordia».
A la debilidad del gobierno contribuye el incremento de los grupos paramilitares, al sueldo de los narcotraficantes y de los terratenientes, apoyados por franjas del ejército y de la policía, sigue constatando el director de Fides.
Pocos días después de las elecciones de las Cámaras –celebradas el pasado 10 de marzo– monseñor Duarte había denunciado con vigor el hecho de que algunos candidatos pagaban su campaña electoral con el apoyo político y económico de las mafias del narcotráfico en el norte del país.
Según la agencia misionera vaticana, la violencia en Colombia ha causado ya 35.000 muertos en los últimos diez años y ha empujado a más de dos millones de colombianos a huir del país.
La guerrilla y la violencia de los paramilitares son un obstáculo para el desarrollo del país, que sufre a causa del desempleo (20%), pero goza de un triste primado: la impunidad por los crímenes contra la humanidad es casi del 100%.
El director de Fides concluye: «Monseñor Duarte, junto con toda la Iglesia colombiana, indica un camino: el testimonio de fe, que es resistencia ante todo y por encima de todo, iluminando las razones de la vida, más fuertes que las razones de la muerte, aunque estén envueltas en retumbantes palabras de derecha o de izquierda».
Isaías Duarte Cancino nació en San Gil (departamento de Santander), Colombia, el 15 de febrero de 1939. Fue ordenado sacerdote en Roma el 1 de diciembre de 1963. Fue luego vicario cooperador en la catedral de Bucaramanga, profesor en el Seminario Mayor de Pamplona, párroco de Bucaramanga, Girón y Málaga. El 10 de abril de 1985 fue nombrado Auxiliar de Bucaramanga y el 18 de junio de 1988 fue nombrado primer Obispo de la nueva diócesis de Apartadó. El 19 de agosto de 1995, el Papa Juan Pablo II le nombró arzobispo de Cali.