ROMA, 27 marzo 2002 (ZENIT.org).- La histórica visita al Vaticano de una delegación ortodoxa griega, enviada por el arzobispo de Atenas y toda Grecia Christodoulos, ha abierto una nueva era de colaboración entre las dos Iglesias
La visita de los delegados, que se celebró del 8 al 13 de marzo buscaba encontrar caminos de colaboración entre ortodoxos y católicos sobre argumentos que afectan a ambos en su compromiso de creyentes en Europa.
Tanto para los delegados como para la opinión pública griega, el viaje ha supuesto un paso decisivo en el camino de la reconciliación, confirma este miércoles al diario Avvenire un obispo ortodoxo colaborador cercano de Christodoulos.
Poco después del regreso de la delegación, murió de infarto de uno de los obispos que la integraban, Timotheos de Corfú. Esto ha retrasado la discusión en el seno de la Ortodoxia griega sobre los resultados de la visita, a la que Timotheos dio una aportación significativa.
La misión estaba presidida por el metropolita de Atica Panteleimon e integrada por otros tres obispos –Timotheos de Corfú, Ioannis de las Termópilas y Athanasios de la Acaya– y dos archimandritas, entre ellos el portavoz del Sínodo de la Iglesia ortodoxa.
«Una delegación bien elegida –explica al diario «Avvenire» por teléfono desde Atenas el obispo Athanasios, muy cercano a Christodoulos, de quien es representante en Bruselas–. Habíamos ya experimentado una buena colaboración entre nosotros y conocíamos el Vaticano por haber estudiado allí en el pasado como becarios».
El fin de la visita no era el diálogo teológico –competencia de una comisión creada para ese objetivo– sino la puesta en marcha de una colaboración pastoral entre las dos Iglesias sobre los temas de la Europa cristiana, de la familia, de la sociedad a construir en el Tercer Milenio, de la bioética.
«Para nosotros –sigue diciendo Athanasios–, se ha tratado de una experiencia realmente interesante: La Iglesia de Roma ha avanzado mucho a la hora de afrontar los desafíos del mundo de hoy y el diálogo que hemos proseguido en los días de nuestra visita nos ha ayudado a comprender que podemos aprender mucho de lo que ella ya ha hecho».
«Sobre los temas centrales de diálogo, no hemos constatado diferencias de postura, aunque sí, ciertamente, actuando en culturas diversas, tenemos también problemas diversos. El aspecto
más positivo es que hemos entrado en una fase de colaboración muy estrecha», asegura el prelado ortodoxo.
«El clima de confianza que se está instaurando entre nosotros es determinante en la perspectiva ecuménica, sobre la que no hay duda que nuestras Iglesias deban ir adelante –añade Athanasios–, porque llegar a una plenitud de unidad está en la voluntad de Dios».
«Pero no podemos negar que esto es un proceso, un don que también nosotros, los ortodoxos, debemos conquistar cada día, sin bajar nunca la guardia», añade.
Cuando se le pregunta si la sociedad griega sigue a su jerarquía en este camino, Athanasios responde que no hace sino mandar señales de ánimo en esta dirección: «Esto no quita que tengamos que hacer todo lo posible por convencer también al último fiel con más dudas».
Los delegados reconocen el mérito del Papa en el avance de este diálogo: «Nos hemos reunido con Juan Pablo II durante 45 minutos, durante los cuales, también a través de un intercambio espontáneo, hemos podido percibir su energía interior y la fe con la que trabaja respondiendo al desafío de la unidad de nuestras Iglesias», revela el prelado ortodoxo.