ROMA, 11 abril 2002 (ZENIT.org).- El superior de los franciscanos publicó este jueves un comunicado en el que pide una intervención humanitaria a favor de los frailes de la Basílica de la Natividad de Belén (sin comida ni agua) y una solución negociada al encierro de los palestinos que han penetrado en el recinto sagrado.
Publicamos el Comunicado escrito por el ministro general de la Orden de los Frailes Menores, fray Giacomo Bini, en el que denuncia que, según parece, soldados israelíes han tomado ya parte del convento franciscano.
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A nombre de todos los Frailes Menores, en modo particular de los que viven en Tierra Santa, deseo aclarar algunos puntos que hasta hoy no se han dado a conocer claramente y que pueden ser mal interpretados, y al mismo tiempo presentar algunas peticiones.
1. Necesidad de una inmediata intervención humanitaria.
2. En Belén los frailes no son rehenes.
3. Una solución posible
1. La situación que se ha creado en el conjunto de edificios de la Natividad en Belén, del cual una parte pertenece a la Custodia de Tierra Santa, y que dura ya desde hace dos semanas, requiere urgentemente una intervención humanitaria. Desde ayer por la tarde se han terminado los recursos de agua y de víveres; no ha sido permitido el traslado del cadáver del joven palestino muerto; no ha sido posible atender adecuadamente al otro palestino gravemente herido; el servicio de energía eléctrica, que otros edificios adyacentes tienen, ha sido interrumpido desde hace varios días solamente en el Convento de los Franciscanos; ha sido negado el permiso de entrar a la «Casa Nova», estructura de acogida para Peregrinos y parte integrante de nuestro Convento: se teme que al interno estén apostados los repartos especiales de ejército israelí.
2. Deseo reiterar firmemente que los Frailes y las Hermanas de la Comunidad religiosa de Belén, no pueden ser considerados rehenes. Ellos han optado libremente permanecer en ese lugar, cuya Custodia les ha sido confiada por la Santa Sede y que constituye su casa.
Los más de 200 palestinos atrincherados al interno de la Basílica, allí se han refugiado a la fuerza para escapar a las redadas del ejército israelí, como sucedió con los 5 periodistas italianos en los primeros días del asedio. Hasta hoy no han cometido actos de violencia ni de prevaricación contra la Comunidad religiosa.
3. Reiterando la decidida condena de todo acto de violencia –de cualquier parte que provenga–confirmamos nuestra solidaridad con todos aquellos que sufren las consecuencias del grave conflicto en acto. Para impedir una catástrofe humanitaria, un inútil derramamiento de sangre que llevaría inevitablemente a un odio creciente entre las partes, pedimos urgentemente que se permita a los palestinos salir de los edificios de la Natividad, garantizándoles la vida y permitiendo así a nuestras Comunidades continuar su obra de pacificación. Una tal solución abriría inusitadas posibilidades de diálogo, único instrumento para una convivencia civil entre israelíes y palestinos, aseguraría una honrosa salida a todas la partes en causa.
Todo el mundo esta observando con atención todo lo que sucede en el Lugar donde nació Jesucristo, Príncipe de la Paz. Millones de hombres y mujeres esperan que se renueve el milagro de una nueva vida que vence pensamientos y acciones de muerte. Seguimos recibiendo conmovedoras muestras de solidaridad para nuestros Hermanos que con admirable equilibrio enfrentan las dificultades relacionadas con la dramática situación en la cual viven.
A todos –periodistas, operadores de los medios de comunicación, políticos, hombres y mujeres de buena voluntad– pedimos obrar según las propias posibilidades para favorecer una conclusión justa de esta grave situación.
Sería un signo de esperanza y una promesa de estabilidad para el futuro de esta Tierra Santa y ensangrentada.