BOGOTA, 15 mayo 2002 (ZENIT.org).- «La situación es muy tensa, la emergencia afecta a miles de desplazados y corre el riesgo de agravarse con el tiempo», declara Felice Scauso, embajador italiano en Bogotá, a su regreso de Quibdó, departamento de Chocó, la capital de la región teatro en las últimas semanas de sangrientos combates entre guerrilleros y paramilitares.
«La ONU y la Cruz Roja Internacional nos han confirmado que en este momento los desplazados necesitan sobre todo alimentos y medicinas –añade el embajador–, mientras aumenta el miedo de una posible ofensiva de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). El Chocó es una zona estratégica, fronteriza con Panamá, y el control de la región, principalmente por el tráfico de droga y armas, es ambicionado por los grupos armados».
El embajador concluye expresando aprecio por el trabajo de la diócesis de Quibdó, comprometida en primera línea en la ayuda a los prófugos que siguen huyendo como pueden de las zonas rurales hacia la ciudad.
A principios de mes las ciudades de Boyacá y la cercana Vigía del Fuente, departamento de Antioquia, fueron duramente afectadas por los combates entre las FARC y las AUC (Auodefensas Unidas de Colombia).
En Boyacá, una bomba lanzada presumiblemente por las FARC contra la iglesia de Bellavista mató al menos a 120 civiles que se habían refugiado dentro del templo para protegerse del fuego cruzado entre los dos grupos armados.