ROMA, 9 junio 2002 (ZENIT.org).- Afganistán quiere dejar atrás 23 años de guerra y «salir del túnel», afirma en vísperas de la Loya Jirga — la gran asamblea tradicional afgana — la representante de las Naciones Unidas para la reconstrucción del país.
Julia Taft, directora de la Oficina para la Reconstrucción y para la Prevención de las Crisis del Programa de la ONU para el desarrollo (PNUD) coordina desde enero las agencias de la ONU en Afganistán con el fin de unificar los esfuerzos para la reconstrucción del país.
El martes participará en la inauguración de la Loya Jirga (Gran Asamblea): 1.500 hombres y mujeres afganos se reunirán durante seis días para escoger al nuevo gobierno del país. A causa de las divisiones internas, la apertura de la asamblea tuvo que posponerse un día.
Horas antes estaba en Italia negociando acuerdos con el Gobierno italiano que, entre otras cosas, está ya comprometido en la reconstrucción de Afganistán con 7,5 millones de dólares, más otros 3 millones de dólares para la organización de la Loya Jirga.
«Llegar a este encuentro de Kabul no ha sido fácil –confiesa en declaraciones al diario Avvenire–. En la práctica, se presentarán 360 comunidades afganas distintas que estos años a menudo han combatido entre sí. El proceso de selección de los delegados ha sido largo y complejo, pero diría que el resultado es bueno, también para nuestro esfuerzo por compensar las inevitables disparidades».
«Creo que será decisiva la historia reciente: 23 años de guerra han agotado a esta población; nadie quiere seguir peleando», añade.
Por lo que se refiere al desafío actual de la reconstrucción del país, reconoce que el principal problema que experimenta la ayuda internacional es la «inseguridad».
«No sólo los talibanes –revela–, sino sobre todo el bandolerismo que hace difícil llevar la ayuda humanitaria».
«Existe ya un gran empeño en marcha para formar y adiestrar a un ejército y a una policía nacional, pero requerirá tiempo. Por esto, soy muy crítica con la decisión de los aliados de no ampliar la presencia de la fuerza multinacional fuera de Kabul. Hoy la capital es segura, pero si esta situación no se extiende rápidamente al resto del país, todo el proceso de reconstrucción se pondrá en peligro».