NUEVA YORK, 19 junio 2002 (ZENIT.org).-La Santa Sede ha pedido ante la ONU superar la brecha digital que separa a los ricos de los pobres en información y tecnología a fin de humanizar la globalización.
El arzobispo John P. Foley, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, ha sido el portavoz de esta preocupación de Juan Pablo II en su intervención ante la Reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas dedicada a las Tecnologías de la Información y la Comunicación para el Desarrollo, celebrada en Nueva York el 17 y 18 de junio pasado.
El objetivo del progreso tecnológico
Citando la primera encíclica del Papa, la «Redemptor Hominis», el hombre del Santo Padre para las Comunicaciones constató que la cuestión «esencial» sobre el progreso tecnológico es si, como resultado de esta tecnología, cada persona puede llegar a ser «verdaderamente mejor».
Es decir, si le ayuda a ser «más madura espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierta a los demás, especialmente los más necesitados y los más débiles, y más preparada para ayudar a todos».
Al expresar su preocupación por hacer la información y la tecnología de la comunicación accesible al mayor número de personas posible, el representante de la Santa Sede recordó los tres principios básicos de la comunicación: «la predominante importancia de la verdad, la dignidad de la persona humana y la promoción del bien común».
Para superar la actual brecha digital exigió «tomar medidas para acabar con la injusta discriminación entre ricos y pobres, tanto entre las naciones como en el acceso básico a la nueva información y las tecnologías de la comunicación».
Asimismo pidió superar la otra brecha digital predominante en estos momentos: la que pone en desventaja a las mujeres.
«La extensión de los servicios de telecomunicaciones básicas a toda la población de los países en vías de desarrollo es un asunto de justicia», aseguró el representante vaticano, sugiriendo que el principio del servicio de telefonía universal se extienda al acceso a servicios básicos en línea a tarifas razonables.
Humanizar la globalización
Monseñor Foley recordó que las tecnologías de la comunicación han extendido y sostienen el proceso de globalización, llevando a una situación en la que el comercio y la comunicación se liberan de las restricciones de las fronteras nacionales.
«Esto puede crear riqueza y promover el desarrollo, pero se ha dado una distribución desigual de los beneficios –indicó–. Mientras que algunos países, así como corporaciones e individuos, han incrementado en gran medida su riqueza, otros han sido incapaces de mantenerla o incluso se han empobrecido más».
«Peor aún –advirtió–, en algunos países se da la impresión de que la globalización les ha sido impuesta y que es un proceso en el que ellos son incapaces de participar de modo efectivo».
«Por ello –propuso–, los individuos, grupos y naciones deben tener acceso a las tecnologías de la comunicación para compartir los prometidos beneficios de la globalización y el desarrollo y no caer en un ulterior retraso».
Ahora bien, la transferencia de tecnología, señaló monseñor Foley, no es simplemente asunto de hacer accesibles los equipos, sino de difundir la necesaria formación e información.
En este sentido señaló que se debe dar prioridad al aumento del conocimiento básico de los habitantes de los países en vías de desarrollo, y puso de relieve que la inversión en educación va de la mano de la inversión en telecomunicaciones e infraestructuras.
«La Santa Sede –concluyó– cree que el desarrollo debe ser entendido no sólo en términos económicos, sino en un sentido plenamente humano, elevando concretamente la dignidad y la creatividad de todo ser humano. La educación para el desarrollo no debería llenar sólo cabezas con información, sino que debería promover la creatividad de toda persona humana».