SAN GIOVANNI ROTONDO, 14 junio 2002 (ZENIT.org).- En la actualidad, existen en todo el mundo 2.700 grupos de oración inspirados en la espiritualidad del padre Pío, quien será canonizado este domingo por Juan Pablo II.
Nacieron como respuesta al llamamiento hecho primero por Pío XI, para alejar la guerra, y después por Pío XII, al acabar la segunda guerra mundial, para que los fieles se reunieran en pequeñas comunidades de oración con el fin de pedir al Señor la fuerza de reconstruir moralmente la sociedad.
«El padre Pío formó un pequeño grupo de oración en los años veinte --relata el padre Marciano Morra, secretario de los Grupos de Oración Padre Pío--. Pío XI había exhortado al pueblo a rezar para alejar la guerra. "Orad juntos para conmover el corazón de Dios", fueron sus palabras. Las del padre Pío:
"Nosotros debemos ser los primeros"».
«Entonces existía todavía la hospedería del convento, un local en el que no había clausura y por lo tanto se podían recibir visitas. La hospedería tenía una chimenea. El padre Pío reunía allí a una decena de mujeres en torno a la chimenea encendida. Era gente sencilla, del pueblo. Les daba catequesis, les leía el Evangelio, les ayudaba a comprender el Antiguo Testamento. Imagínese, ¡en los años veinte!».
La idea se perfeccionó en los años cuarenta: el padre Pío dictó instrucciones precisas al doctor Gugliemo Sanguinetti, el enérgico médico, que era el alma del naciente hospital de San Giovanni Rotondo, fundado por el capuchino.
«Indicó la característica que distingue hoy a su movimiento --explica el padre Marciano--. Estableció que los grupos fueran dirigidos por un sacerdote nombrado por el obispo local».
El motivo lo explicó el mismo padre Pío al dar sus instrucciones: «Queremos evitar todo protagonismo y toda posible desviación por iniciativas personales que podrían falsear los fines».
Los fines eran y son rezar «en la Iglesia, con la Iglesia, por la Iglesia». El padre Pío era el primero en saber que el «culto del padre Pío» podía derivar en sectarismos, cerrazones y milagrerías --revela el padre Marciano--. Él lo evitó: si el obispo del lugar no quería el Grupo de Oración (sucedía, sobre todo al principio), el Padre Pío lo disolvía».
En estos grupos de oración reina gran libertad: «Uno de estos grupos se reúne en un cuartel de carabineros, creado por el comandante con su esposa e hijos. Hay otro en la sede de la FAO (el Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en Roma, formado por empleados que se reúnen después de la pausa para comer».
¿Qué hacen? «Rezan. Cuatro veces al mes se reúnen para la misa, el rosario, la meditación sobre la Escritura. El padre Pío, para los laicos, se contentaba con "pequeños pasos". Poco a poco, la oración común se traduce en caridad activa», explica el secretario de los Grupos de Oración.
Cuando el padre Pío murió había cerca de 700 grupos. Ahora suman 2.300 en Italia y 400 en el resto del mundo. «Pero las cifras dicen poco --advierte el padre Gerardo Ruotolo, vicepostulador de la causa de canonización--. Recientemente he viajado a Polonia para visitar tres grupos que conocíamos, y me he encontrado con 24. En Argentina, donde debía haber uno, he encontrado 70. Grupos en maduración que esperan a ser estables para pedir el reconocimiento».
El padre Marciano constata que los grupos de oración inspirados en la espiritualidad del Padre Pío están hallando un éxito inesperado, pues se basan en una idea sencilla pero decisiva en tiempos de individualismo: orar «juntos».
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Jun 14, 2002 00:00