PEKIN, 3 septiembre 2002 (ZENIT.org).- China sigue en su línea de controlar los nacimientos y ha aprobado una nueva legislación sobre planificación familiar, según informaba este lunes la agencia oficial Xinhua.
Según el explicó el ministro de Planificación Familiar, Zhang Weiqing, la normativa aprobada unifica esta materia en todo el territorio del país y contempla los derechos de los ciudadanos «en materia de reproducción, contracepción, asistencia sanitaria y educación».
Según el ministro la ley no cambiará la actual práctica sino que homogeneiza las diferencias regionales que existían hasta ahora.
La política del hijo único impuesta por el Gobierno en enero de 1979 fue aplicada al pie de la letra en las ciudades pero no fue obedecida en el campo, donde las autoridades tuvieron que hacer concesiones.
En esas regiones, los incentivos materiales junto a la represión de la alta natalidad despertaron grandes resistencias entre los campesinos acostumbrados a tener familias grandes para mantener las granjas.
Desde 1984, el Gobierno chino tuvo que retroceder en el medio rural ante el encubrimiento de nacimientos e incluso el infanticidio de niñas.
A partir de 1986, las excepciones a la política del único hijo se hicieron norma en el campo, permitiéndose un segundo hijo, por ejemplo, cuando el primero era una niña. El resultado es que, en el campo, hoy sólo el 20% de los niños de menos de 14 años pertenecen a familias con un solo hijo.
Paralelamente, tres décadas de intensa campaña y concienciación unidas al proceso de urbanización han contribuido a un cambio radical en la actitud de la sociedad en cuanto al número de hijos, bajando los índices de natalidad.
Según datos oficiales, el control de natalidad funciona casi automáticamente en varias zonas del país en las que vive el 25% de la población total, y en las que en los últimos cinco años se abolieron los permisos de maternidad.