ROMA, 5 septiembre 2002 (ZENIT.org).- Los tres obispos católicos miembros de la Mesa del Diálogo argentina han ilustrado en Roma la situación del país que atraviesa la mayor crisis económica de su historia y el papel que desempeña la Iglesia católica.
Los obispos Juan Carlos Maccarone, Jorge Casaretto, y Ramón Artemio Staffolani presentaron sus impresiones en una conferencia pública celebrada en la tarde de este miércoles en la embajada argentina ante la Santa Sede.
Monseñor Juan Carlos Maccarone, obispo de Santiago del Estero, consideró que entre las causas de la crisis social, económica y política hay que señalar una concepción «pseudo-mágica» del Estado, según la cual, se le puede pedir exigir cualquier cosa.
En segundo lugar, señaló el prelado, hay que constatar una «venta del Estado» según el designio neoliberal, olvidando la tarea ética que tiene el Estado con respecto al bien común.
Monseñor Maccarone recordó que ya antes de su creación, el 27 de diciembre de 2001, los obispos argentinos consideraron en una reunión la utilidad de crear una Mesa del Diálogo en Argentina como instrumento útil para escuchar a todas las partes sociales y recuperar la paz social.
Entre el 20 de diciembre de 2001 y el 2 de enero de 2002 se sucedieron cinco presidentes al frente de la nación argentina, se puso fin al régimen de convertibilidad entre el peso argentino y el dólar estadounidense, se verificaron más de doscientos saqueos, y murieron unas treinta personas en enfrentamientos en las calles.
Desde la devaluación de enero, el peso argentino ha perdido más del 70 por ciento de su valor ante la divisa estadounidense.
La Mesa del Diálogo fue creada oficialmente por el presidente argentino Eduardo Duhalde el 14 de enero con la prioridad de responder a la situación de 1.400.000 nuevos pobres surgidos de la crisis. Los garantes oficiales de este proceso de diálogo fueron la Iglesia católica en el país y las Naciones Unidas.
Por su parte monseñor Jorge Casaretto, obispo de San Isidro y presidente de Cáritas, explicó que la experiencia del diálogo argentina ha escuchado hasta la fecha a más de dos mil personas, más de doscientas instituciones, en representación de toda la sociedad argentina así como de las 23 provincias del país.
Cada grupo que ha intervenido ante la Mesa ha recibido una hora de tiempo de escucha –reveló–. Media hora fue reservada a explicar, por parte de la Comisión, por parte de la Comisión, si lo expuesto era coherente con el bien común. Por último, se dedicaba una hora para responder a las inquietudes e interrogantes surgidos en el encuentro.
«De este modo, he sido uno de los quince argentinos que han tenido la oportunidad de escuchar a toda Argentina», reconoció.
El diálogo argentino ha promovido intervenciones urgentes a favor de la población más golpeada por la crisis: un subsidio de derecho a la inclusión social que concibe a los necesitados como sujetos políticos y civiles.
Otra de las intervenciones ha sido la política «Remediar», es decir, la sustitución de la venta de medicinas de marca con medicinas genéricas de manera que pudieran ser ofrecidas a bajo coste.
El resultado de este proceso de diálogo, que es complementado por una mesa económica-social-productiva y una mesa de la justicia se ha materializado en el documento oficial «Bases para la reforma», un instrumento para concordar y delinear, como fundamento intocable, el bien común de Argentina.
Ha sido muy difícil –aclaró monseñor Casaretto– encontrar acuerdos sobre las cuestiones económicas. A nivel social y asistencial se sabe qué es lo que hay que hacer, pero a nivel económico es sumamente difícil. Sin embargo, es imposible abrir un nuevo camino sin un acuerdo económico.
«Nosotros los obispos tenemos la responsabilidad moral de los pasos dados y estamos trabajando directamente con la gente –dijo el presidente de Cáritas–. A finales de septiembre tendrá lugar la Asamblea plenaria extraordinaria del episcopado argentino».
«En Argentina se necesita la conversión de la dirigencia, pero la clase política se convierte si se convierte el pueblo, es decir la gente», dijo
«He comprendido que el problema de los valores es el tema fundamental de nuestra sociedad –dijo el obispo–. Este cambio debe realizarse y, si no lo hacemos ahora, el cambio tendrá lugar de todos modos. Para nosotros es un momento muy doloroso y audaz».
Por último, monseñor Ramón A. Staffolani, obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, explicó que la contribución de los obispos a esta mesa de diálogo tenía lugar, según la misión de la Iglesia de ser lugar de escucha y de iluminación para el camino de las personas.
«Por favor, no dejemos de dialogar, no interrumpamos el diálogo», señaló. «Hemos experimentado una fraternidad auténtica, y he comprendido lo que siente un obispo o un sacerdote cuando desarrollan una acción pastoral, como puede ser el diálogo por el propio país, como si fuera realizada por el mismo Señor Jesús».
Monseñor Staffolani, al ilustrar el papel de la Iglesia católica en esta coyuntura, reconoció la decisiva ayuda a los más golpeados por la crisis desempeñada por Cáritas, así como las asociaciones y laicos.
Las próximas elecciones presidenciales en Argentina han sido convocadas para marzo de 2003. El próximo gobierno tendrá que tener en cuenta las «Bases para la reforma» surgidas de la Mesa del Diálogo, concluyeron los prelados.