TORONTO, 7 septiembre 2002 (ZENIT.org).- Los grupos homosexuales han logrado recientemente significativos éxitos en su campaña por obtener el derecho a casarse.
En Canadá, la Corte Suprema de Ontario dictaminó que los matrimonios del mismo sexo debían registrarse en el gobierno provincial, informó el Globe and Mail el 12 de julio.
Las parejas involucradas en esta acción legal defendían que el rechazo del gobierno a registrar sus matrimonio violaba la Carta de Derechos y Libertades.
El Tribunal ha suspendido la puesta en práctica de su decisión para dar 24 meses al parlamento federal para que modifique la definición legal de matrimonio como “unión legal y voluntaria de un hombre y una mujer con exclusión de todos los demás”, informaba el 13 de julio el National Post. Si no ocurre otra cosa, la definición de matrimonio en Ontario se convertirá en unión de “dos personas”.
La decisión contrasta con una del año pasado, tomada por la Corte Suprema de la Columbia Británica. Aquel tribunal decidió que la discriminación de las parejas del mismo sexo se justifica en la Carta de Derechos, porque el matrimonio es “la institución en la que se basa la familia”, y existe, sobre todo, para proporcionar una estructura para el crecimiento de los hijos, informaba el Globe and Mail el 3 de octubre.
“La naturaleza legal de la unión está tan unida a nuestra sociedad, y los cambios legales requeridos parecen tan inciertos, que en el caso de los matrimonios del mismo sexo es el Estado, el parlamento o las legislaturas, y no el tribunal, el que debe reconocerlos”, establecía el tribunal.
Se escuchará una apelación contra la decisión de la Columbia Británica en febrero próximo, y está pendiente un juicio sobre un caso similar en Québec.
Como reacción a la anterior decisión, el premier de Ontario, Ernie Eves, afirmó que no tenía objeciones a los matrimonios del mismo sexo, y su gobierno conservador no apelará la decisión, informó el National Post el 17 de julio. Por su parte el gobierno federal apelará la decisión, anunció Martin Cauchon, ministro de justicia. Según informó el periódico National Post, el 30 de julio, el tribunal de apelación podría anunciar si escuchará la apelación del gobierno federal el próximo octubre.
El National Post observaba en su editorial del 20 de julio que, cuando el Parlamento bosquejaba la Carta de Derechos y Libertades en 1981, “sus comités rechazaron siete veces peticiones de incluir la orientación sexual como una categoría a proteger, junto a la raza, la nacionalidad o el origen étnico, el color, la religión, el sexo, la edad, o la incapacidad mental o física. Los derechos de los homosexuales están ahora protegidos en la Carta sólo porque la Corte Suprema lo ha visto así más tarde, contra la voluntad expresa del Parlamento”.
El editorial observaba también que el tribunal invalidó a los legisladores de Ontario que, en 1994, rechazaron de forma aplastante una ley que habría alterado la definición de esposo al incluir a los homosexuales, un primer paso para permitir el matrimonio y la adopción por parejas del mismo sexo.
Los obispos católicos de Canadá protestaron contra la decisión de Ontario. En una carta con fecha de 19 de julio y dirigida al ministro federal de justicia, el presidente de la Conferencia Episcopal Canadiense, el obispo Jacques Berthelet, se refirió a la decisión tomada por la Cámara de los Comunes hace tres años.
En aquella ocasión, los parlamentarios firmaron de forma aplastante: “Que en opinión de esta Cámara, es necesario, a la luz del debate de las decisiones recientes de tribunales, establecer que el matrimonio es y debería permanecer como la unión de un hombre y una mujer con la exclusión de todos los demás”.
“En coherencia con esta resolución, les urgimos a abrogar la decisión del Tribunal Divisional de Ontario”, escribía el obispo Berthelet.
En Europa
Los grupos homosexuales obtuvieron otra victoria legal, esta vez en Alemania, cuando el Tribunal Constitucional dictaminó a favor de una nueva ley que dé a las uniones de igual sexo algunos de los privilegios de los matrimonios, informó Reuters el 17 de julio. El Tribunal rechazó la sugerencia de algunos estados que defendían que reconocer estos matrimonios trastornaría los valores familiares defendidos en la Constitución.
La ley, defendida por el Partido Verde y aprobada por el canciller Gerhard Schröder, del Partido Social Demócrata, con quien gobiernan, se hizo efectiva el pasado agosto.
Con la nueva ley, las parejas que registren su relación tienen los mismos derechos hereditarios que las heterosexuales y pueden compartir apellido común. Se permitirá a sus parejas extranjeras casarse en Alemania. Pero la ley no da a las parejas del mismo sexo las ventajas fiscales que en los matrimonios heterosexuales, ni el derecho de adoptar niños. Las relaciones del mismo sexo no son llamadas oficialmente “matrimonios” sino “sociedades de vida registradas”.
Según un reportaje del 19 de julio del periódico español El País, el gobierno belga está considerando una propuesta para seguir adelante con el reconocimiento legal total de los matrimonios del mismo sexo. Seguiría los pasos de lo acaecido en Holanda en abril del 2001, donde se garantizó a las parejas del mismo sexo derechos legales idénticos a los de las parejas heterosexuales, incluyendo la adopción.
Otras naciones europeas –Noruega, Suecia, Dinamarca y Francia– tienen leyes que dan alguna forma de reconocimiento legal a la uniones del mismo sexo y dan a estas parejas una serie de derechos legales, que varían de país a país.
Batalla en Estados Unidos
Al otro lado del Atlántico, se están dilucidando las posiciones sobre el tema. En enero, la Corte de Apelación de Georgia dictaminó que la ley de uniones civiles de Vermont no crea una relación igual al matrimonio, informaba el 25 de enero Associated Press. El tribunal dictaminó que Susan Freer, que tiene tres hijos de un matrimonio anterior, y su pareja lesbiana no podrían obtener derechos de visita a sus hijos porque no estaban casadas. La pareja logró la unión civil en Vermont el año 2000.
Los legales de Lambda Legal, un grupo nacional de abogados que defiende los derechos de los homosexuales, comenzó un pleito sobre siete parejas del mismo sexo en Nueva Jersey, informó el New York Times el 26 de junio. El caso busca que se les concedan todos los derechos matrimoniales.
El Times decía que la decisión de proponer el caso en Nueva Jersey no es accidental: su Corte Suprema es considerada una de las más liberales de la nación. El Tribunal de Nueva Jersey rechazó la decisión de los Boy Scouts de América de prohibir miembros homosexuales, dictamen que más tarde rechazaría la Corte Suprema de los Estados Unidos, y también ha mantenido los derechos de adopción de las parejas no casadas, tanto heterosexuales como homosexuales.
Para encauzar las posibles decisiones de los tribunales a favor de los matrimonios del mismo sexo, el grupo Alliance for Marriage ha anunciado, el 15 de mayo, la introducción de una enmienda constitucional en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. La propuesta de enmienda define el matrimonio sólo como “la unión de un hombre y una mujer”.
En su Web, la Alianza se define a sí misma como “una organización no partidista de investigación y educación, dedicada a promover el matrimonio y enfocada a la crisis de la desintegración de la familia en Estados Unidos”.
El 1 de febrero del 2001, Juan Pablo II, en su alocución a los miembros del Tribunal de la Rota Romana, defendía la idea del matrimonio como unión entre personas de sexo opuesto. El concepto de naturaleza humana subyacente al matrimonio, explicaba el Papa, no es sólo un fenómeno cultural que puede cambiar a voluntad.
El intento de pre
sentar las uniones homosexuales como equiparables al matrimonio se basa en un concepto empírico de naturaleza que no puede comprender que “el cuerpo no es algo extrínseco a la persona”, afirmaba el Santo Padre. “El matrimonio no es sólo la unión entre personas humanas que puede formarse según una variedad de modelos culturales”.
Además, afirmaba, el matrimonio debe contemplarse en relación con la familia y la procreación, según la cual “la masculinidad y feminidad de la pareja casada están constitutivamente abiertas al don de los hijos”. En otras palabras, la negación del matrimonio de parejas del mismo sexo no es una discriminación, sino más bien un reconocimiento de los hechos fundamentales de la naturaleza humana y el matrimonio.