La compleja herencia del nuevo primado de la Iglesia anglicana

Pro-vida, pacifista, pro-homosexual – no es fácil catalogar a Rowan Williams

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LONDRES, 14 septiembre 2002 (ZENIT.org).- ¿Qué puede hacer un antiguo catedrático de Oxford que confiesa ser un fan de los “Simpsons”? O, ¿cuál es el papel de un pro-vida que está de acuerdo con que las mujeres sean obispos? La respuesta es clara: jefe de la Comunión Anglicana.

El anuncio de que Rowan Williams será el 104 arzobispo de Canterbury a partir de este otoño era esperado por la Iglesia de Inglaterra. Varias fugas de noticias habían precedido al nombramiento. Ríos de tinta fueron utilizados para hablar de él después de que su nombramiento fuera hecho oficial por el primer ministro Tony Blair.

Williams, que asumirá el cargo tras la retirada del doctor George Carey a últimos de este año, tiene sólo 52 años, por lo que tiene por delante un largo camino hasta llegar a la edad de retiro, los 70 años.

El futuro líder espiritual de los 70 millones de anglicanos del mundo ha pasado gran parte de su vida en el ambiente académico. Estudió en el Christ’s College de Cambridge y en Oxford. Luego fue profesor de teología durante dos años en el Mirfield Theological College, cerca de Leeds. Los cinco años siguientes fueron una mezcla de trabajo académico y parroquial en Cambridge. De 1986 a 1992, Williams fue profesor de teología en Oxford. Se convirtió en obispo de Monmouth en 1992 y arzobispo de Gales en el 2000.

Es el primer galés nombrado arzobispo de Canterbury y, de hecho, habla perfectamente el galés. Ligado a sus raíces culturales, Williams fue introducido en la rama galesa de los druidas en agosto.

“Cuando el sol se levantaba sobre el círculo de piedras azules de Pembrokeshire”, informaba el Times, “el arzobispo de Gales, el reverendísimo Dr. Rowan Williams, se vistió una larga vestimenta blanca mientras los druidas entonaban una oración a los antiguos dios y diosa de la tierra”. Fue aceptado en la orden blanca de los druidas, la más grande de las tres órdenes del “Gorssed” de los bardos, el cuerpo galés de poetas, músicos, escritores y artistas.

Este gesto ha suscitado críticas. El reverendo David Banting, presidente de la Reforma, un grupo evangélico conservador, fue citado por el Times diciendo: “Estamos preocupados porque los líderes cristianos deberían concentrarse en la celebración y promoción de la fe cristiana con todos sus medios y energías en vez de perder el tiempo con otras cosas”. Pero el archidruida galés, Robyn Lewis, salió en defensa de Williams, explicando que los druidas galeses, a diferencia de los grupos ingleses, son más una asociación cultural que un grupo religioso.

También han llamado la atención las opiniones teológicas y políticas de Williams. The Guardian, el 10 de julio, observaba que el nuevo líder anglicano, autor de 14 libros, es también un seguidor declarado de la serie norteamericana “Los Simpsons”. En una anotación más seria, el periódico también observaba que era miembro del Movimiento Socialista Cristiano.

La noticia del nombramiento de Williams fue acogida con titulares como “Un liberal para dirigir la Iglesia de Inglaterra” (en la BBC del 23 de julio). Favorece la ordenación de mujeres y apoya, dentro del mundo anglicano, que se permita a los divorciados que se vuelvan a casar. También ha admitido que se ordene sacerdote a un homosexual practicante. En el campo político, ha criticado la guerra al terrorismo en Afganistán y, a principios de julio, firmó una carta condenando la acción propuesta por los norteamericanos contra Irak.

Su buena voluntad a la hora de debatir los temas contemporáneos resulta evidente por un texto de uno de sus libros, publicado el 23 de julio en el Times. Como explicaba el corresponsal de religión del periódico, Williams atacaba la “corrupción y sexualización prematura de los niños llevada a cabo por una sociedad consumista, señalando a la Corporación Disney, los concursos de talentos y los juegos de ordenador con una mención particular”.

Mencionaba a Disney por la manera en que relaciona los vídeos, caramelos, juguetes y programas de televisión, convirtiendo incluso a los niños más pequeños en consumidores.

La postura pro-vida de Williams atrajo poca atención de los medios, que prefirieron etiquetarlo como “liberal”. La Sociedad para la Protección de los Niños no Nacidos (SPUC), sin embargo, publicó una nota de prensa el 23 de julio felicitando a Williams por su nombramiento. El director nacional de SPUC, John Smeaton decía: “El arzobispo ha sido un miembro activo de SPUC durante muchos años; estamos contentos al ver que alguien con una visión pro-vida positiva haya sido propuesto para el puesto más importante de la Iglesia de Inglaterra”.

El 24 de julio, el corresponsal de religión del Telegraph, Jonathan Petre, explicaba que Williams es conocido por su “espiritualidad anglo-católica… y su ortodoxia doctrinal sobre temas como la resurrección”. Al día siguiente, Petre informaba que el Dr. Williams “había sido acusado de ‘idolatría’ por promover la devoción a la Virgen María en un nuevo libro”.

El libro, “Ponder These Things: Praying with Icons of the Virgin”, habla positivamente de la oración de intercesión a través de María, que para algunos anglicanos es vista “como contraria a la enseñanza bíblica”, observaba el Telegraph.

Los anglicanos hoy
El cambio en la dirección de la Iglesia de Inglaterra tiene lugar en un momento difícil. La Church of England Gazette, en su número 4 de 2002, revela que en el año 2000 asistieron a los oficios de Navidad 2.85 millones y a las de Pascua 1.63 millones. La asistencia dominical tiene un promedio de 1.06 millones, incluyendo a 243.000 niños y jóvenes.

Las cifras de asistencia dominical han estado cayendo paulatina pero inexorablemente, observaba The Guardian el 24 de julio. El millón que asiste a los servicios religiosos es sólo una fracción de los más de 25 millones de anglicanos de Gran Bretaña.

Uno de los principales candidatos al puesto de Canterbury, el obispo de Rochester, Michael Nazir-Ali, advertía que “algunas personas sienten que el cristianismo en este país se está volviendo invisible rápidamente”, informaba el Times el 6 de julio.

El 26 de septiembre del año pasado, el Telegraph hacía notar que por primera vez en la historia de la Iglesia de Inglaterra el número de anglicanos bautizados es menos de la mitad de la población del país. Una investigación de la Universidad de Sheffield revelaba que, en 1999, el 21% de los niños nacidos en Inglaterra fueron bautizados en la Iglesia anglicana. En los años cincuenta, en Inglaterra el 70% de los anglicanos estaban bautizados.

Más allá de los números, los temas doctrinales están dividiendo a los anglicanos. El actual arzobispo de Canterbury, George Carey, y el último Sínodo, que tuvo lugar del 5 al 9 de julio, se declararon a favor de mantener la privilegiada relación entre el Estado y la Iglesia de Inglaterra. Williams, por el contrario, favorece la separación Iglesia-Estado en Inglaterra, observaba el 7 de julio la BBC.

El divorcio es otro punto de discordia. El sínodo de julio aprobó una medida que permite a cada clérigo decidir si los anglicanos divorciados pueden volverse a casar dentro de la Iglesia, informaba el 10 de julio el Telegraph. El periódico observaba que los críticos advierten que la medida “podría debilitar la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio para toda la vida y dejar la puerta abierta para que el clero sufra ‘abusos y amenazas’ de las parejas de divorciados que sean rechazadas”.

Y luego está el tema de las mujeres obispos. Una encuesta hecha pública por el Times el 29 de junio mostraba que, ocho años después de que la primera mujer sacerdote anglicana fuera ordenada en Inglaterra, el 25% del clero y el 17% del laicado se oponen a que las mujeres sean obispos. La encuesta revelaba que el 20% del clero podría ir tan l
ejos como para dejar el anglicanismo si las mujeres son admitidas al episcopado.

Hay también grietas en los principios teológicos fundamentales. El Telegraph informó el miércoles 28 de agosto que un tercio del clero anglicano duda o no cree en la resurrección física de Cristo. Una encuesta llevada a cabo sobre unos 2.000 clérigos también mostraba que sólo la mitad cree que la fe en Cristo es el único camino de salvación.

El nuevo arzobispo de Canterbury tendrá poco tiempo libre.

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ZENIT Staff

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