FLORENCIA, 23 septiembre 2002 (ZENIT.org).- El observador permanente de la Santa Sede ante las oficinas de las Naciones Unidas en Ginebra ha pedido que quienes se oponen a un ataque militar contra Irak ofrezcan también soluciones viables para salvaguardar la paz.
«Somos favorables al diálogo pero también al respeto al derecho internacional. El uso de la fuerza está previsto, pero corresponde solamente al Consejo de Seguridad de la ONU», afirmó monseñor Diarmuid Martin, al intervenir en Florencia este domingo en un congreso de sesenta asociaciones, grupos y movimientos eclesiales.
Los participantes proclamaron un manifiesto que llevaba por lema «La paz, condición esencial para el desarrollo global».
Tras la intervención el arzobispo de Florencia, monseñor Ennio Antonelli, el representante de la Santa Sede ante la ONU subrayó que «nunca como ahora es necesario el sentido de responsabilidad. El recurso a la fuerza es siempre y de todos modos un fracaso».
El observador vaticano indicó también que «la ONU no debe ser usada en favor de los intereses de una parte. Impedirle llevar a cabo su misión provocaría un gran peligro para todos».
El arzobispo Martin se distanció, sin embargo, del pacifismo a ultranza: «En estos tiempos difíciles, quien rechaza el uso de la fuerza debe hacerse cargo también de explicar la manera en que puede ser evitada».
En particular, exhortó a los católicos a «mancharse los zapatos» afrontando los problemas de la realidad en clave solidaria y a «convencer a los gobiernos para que inviertan en las personas y se comprometan en una opción preferencial por cada ser humano pobre».
En la lucha al terrorismo, indicó, las armas no pueden ser las tradicionales, sino que hay que partir «del respeto al Estado de derecho y a la convivencia entre los pueblos».