Las palabras del pontífice fueron leídas el sábado pasado en una vigilia de adoración eucarística presidida por el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid, a la que asistieron unos 3.000 adoradores llegados de toda España, además de representaciones de Hispanoamérica, Estados Unidos y Guinea Ecuatorial.
El acto comenzó con una procesión de más de 200 banderas de las secciones de la Adoración Nocturna que acudieron a Madrid para la ocasión.
El fundador de la Adoración Nocturna, en 1848, fue el judío converso francés Hermann Cohen, quien se había convertido un año antes al cristianismo al dirigir durante una bendició eucarística a un coro en la iglesia de Santa Valeria de París.
En la actualidad la Adoración Nocturna está extendida por cerca de cuarenta países. En todos ellos, grupos organizados de personas se encargan de adorar a Cristo en la Eucaristía durante la noche.
Los adoradores se reúnen por turnos una noche al mes, para asistir a una vigilia que comienza con una misa, exposición del Santísimo y rezo del rosario. Continúan con el rezo de las Horas, que es la oración oficial de la Iglesia, y los turnos de vela, donde cada adorador se recoge en oración personal y silenciosa. Finalizan la vigilia con el rezo de los laudes y reserva del Santísimo.