LONDRES, 26 octubre 2002 (ZENIT.org).- La selección genética, desacreditada en su momento por los experimentos nazis, vuelve a ponerse de moda.
La creciente popularidad de las pruebas genéticas de pre-implantación ha podido ser constatada en el congreso de científicos de Chicago, donde se afirmó que en el mundo ya han nacido mil bebés utilizando esta técnica, informaba Associated Press el 30 de septiembre.
La mitad de estos bebés «a la carta» han nacido por intervención de dos centros: el St. Barnabas Medical Center en West Orange, New Jersey, y el Chicago Reproductive Genetics Institute, lugar en que tuvo lugar el congreso.
Los escáneres de pre-implantación añaden un coste de 2.000 dólares a la fertilización in vitro, que a su vez puede costar entre 6.000 y 12.000 dólares.
El Nuffield Council on Bioethics, organización inglesa, advertía recientemente contra la práctica de permitir a los padres la selección de embriones según criterios de inteligencia o personalidad, informaba la BBC el 2 de octubre.
Nuffield Council, en su reciente informe, “Genetics and Human Behavior: The Ethical Context”, observaba que el uso de diagnósticos genéticos de pre-implantación en las clínicas de fertilidad podría extenderse pronto de la detección de enfermedades al campo de la inteligencia, comportamiento o incluso tendencia sexual.
Un grupo de trabajo creado por la organización se ha declarado favorable a continuar la investigación para identificar los factores genéticos que determinan este tipo de características, pero pidió medidas que eviten su mal uso.
“Los padres se sienten motivados a tener el mejor hijo posible –algunos considerarían utilizar tales técnicas de selección si estuvieran disponibles–”, constataba el profesor Terrie Moffitt, un miembro del grupo de trabajo.
Sin embargo, la doctora Helen Wallace del grupo activista GeneWatch UK advertía que la genética del comportamiento es en sí misma errónea. “Los genes predicen el comportamiento de manera muy pobre, porque el comportamiento es complejo”, explicaba.
El informe del Nuffield Council es publicado en medio de una serie de noticias que tienen que ver con el uso de pruebas genéticas para embriones.
El 12 de octubre el London Times revelaba que científicos británicos y estadounidenses habían desarrollado un test que descubre embriones cuyos defectos pueden conducir a malformaciones. El nuevo test también permite a los científicos examinar más de cien defectos genéticos, como la mutación que causa la fibrosis cística.
El anuncio levantó preocupación. Paul Tully, de la Society for the Protection of Unborn Children, manifestó públicamente su miedo a que el desarrollo de estos proyectos lleve a un “tobogán resbaladizo” que acabe produciendo bebés de diseño.
“Los científicos puede que no quieran eso, pero la verdad es que, una vez hechos los descubrimientos, será imposible pararlo”, afirmaba Tully.
El programa de Victoria
La presión para producir bebés perfectos resultó evidente en un artículo del 27 de septiembre en el periódico Herald Sun de Australia. Un nuevo programa en el estado de Victoria ha provocado el nacimiento “de ocho bebés perfectos el año pasado”.
Las parejas en cuyo historial familiar aparece una de las 30 enfermedades clasificadas, tienen la posibilidad de seleccionar a sus embriones, eliminando los que sufren dichos defectos.
Los tests disponibles detectarían sordera, espina bífida, Alzheimer y varios cánceres de ovarios, estómago, cerebro, huesos y tejidos. Además, los doctores han revelado que el organismo regulador estatal acaba de reconocer el derecho a la fecundación in vitro para analizar dos causas genéticas del cáncer de mama, decía el reportaje.
El primer niño de Victoria concebido usando estos tets acaba de celebrar su primer cumpleaños. Dos parejas más están esperando un hijo, y otras 44 han entrado en el programa.
El padre Norman Ford, director del Caroline Chisholm Center for Health Ethics, ha destacado sin embargo las implicaciones éticas que acompañan a estos métodos de selección, pues descartan a los embriones defectuosos dejándoles morir.
La autoridad reguladora de la fertilización in vitro en Victoria ha dado la aprobación oficial a una pareja de Melbourne para que escoja embriones sin sordera, informó el periódico Age el 22 de septiembre. Ambos padres llevaban un gen defectuoso, que según los médicos, podía llevarles a tener un hijo sordo de cada cuatro.
La jefe ejecutiva del Infertility Treatment Authority, Helen Szoke, rechazó las críticas de quienes afirman que estas tecnologías llevarán a la fabricación de bebés de diseño, diciendo que su organización se limitaba a permitir la selección en casos médicos serios.
La decisión de la autoridad reguladora ha provocado la oposición del moralista católico Nicholas Tonti-Filipini, quien advirtió que se ha abierto el camino hacia la eliminación genética de las características no deseadas, es decir, el asesinato de los niños no nacidos que no son considerados como perfectos.
Selección del sexo
Otra área controvertida es el uso del diagnóstico de pre-implantación para seleccionar el sexo de los futuros bebés. Los Angeles Times informaba el 23 de julio sobre el caso de una mujer, que tras haber tenido tres varones, se dirigió a una clínica. El centro produjo cinco embriones: tres masculinos, que fueron congelados, y dos femeninos, que fueron implantados.
Las técnicas de fertilidad en Estados Unidos cuentan con pocas limitaciones legales. La clínica médica Tyler a la que recurrió la mujer está dirigida por el Dr. Jaroslav Marik, que cree que la selección de embriones se podrá usar para casi eliminar enfermedades tales como la fibrosis cística.
Ahora bien, ofrece también esta técnica los padres que quieren seleccionar el género del bebé. “¿Qué es una necesidad médica?”, preguntaba. “¿Acaso el derecho a la felicidad y a la salud no forma parte de la misma?”. Marik afirmaba que cerca de 70 de sus pacientes han seleccionado embriones desde el año 2001, 15 de ellos buscaban simplemente escoger el sexo de sus hijos.
La elección del sexo es “moralmente reprensible”, comentaba el Dr. Robert Anderson del Southern California Center for Reproductive Medicine en Newport Beach.
“Muchos estadounidenses (…) consideran desagradable moralmente el hecho de crear embriones y después descartarlos simplemente por causa de su sexo”.
La elección del sexo no es el único uso controvertido de las pruebas genéticas, observaba el Wall Street Journal el pasado 25 de julio. La selección también se ha llevado a cabo para encontrar un embrión con médula espinal compatible para ser donante de un hermano enfermo –lo que significa que embriones sanos son desechados–.
El Journal aportaba datos de algunas clínicas que muestran el gran incremento en el uso de la diagnosis de pre-implantación, a pesar de sus altos costes. Además, tal diagnóstico es susceptible de error, observaba el periódico.
Detectar anormalidades genéticas tiene un margen de error de un 10%. Esto se debe al hecho de que el test del embrión antes de su implantación utiliza una sola célula del embrión, cantidad muy pequeña de material cromosómico y genético para examinar.
Como el Papa Juan Pablo II indicaba en su encíclica “Evangelium vitae” (el Evangelio de la Vida), No. 14, las técnicas de reproducción artificial “que parecerían puestas al servicio de la vida y que son practicadas no pocas veces con esta intención, en realidad dan pie a nuevos atentados contra la vida”.
La vida humana se reduce con frecuencia “a simple ‘material biológico’ del que se puede disponer libremente”, escribía. A menos que esta advertencia sea escuchada, muc
has vidas inocentes serán sacrificadas para producir “bebés perfectos”.