Timor Oriental: El obispo de Dili pide vocaciones del extranjero

Aún hay refugiados en pésimas condiciones, denuncia

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ROMA, 31 octubre 2002 (ZENIT.org).- En Timor Oriental queda todavía mucho por hacer, especialmente en el ámbito de la educación y de la cultura, y la situación de los refugiados sigue siendo dramática.

Así se ha expresado el obispo de Dili, Carlos Felipe Ximenes Belo, Premio Nobel de la Paz 1996, pidiendo a los responsables de la Iglesia en Portugal y otros países que envíen a Timor Oriental sacerdotes, seminaristas, diáconos y otros religiosos para ayudar a los timoreses en la pastoral de las grandes parroquias que están a su cargo.

Monseñor Ximenes Belo –quien fue recibido por el Papa este miércoles en visita «ad limina»–, hablando días atrás en la Escuela de Ciencias Religiosas de la diócesis de Lamego (Portugal), reconoció que existe una crisis de vocaciones, pero considera que si éstas se comparten, los portugueses y los timoreses se enriquecerán, según recoge el portal de las comunidades religiosas VID .

Según el prelado, en Timor Oriental las parroquias son muy grandes –la más pequeña tiene cincuenta mil habitantes– y un solo sacerdote en cada una es insuficiente en un momento como éste, en el que persisten los problemas sociales y políticos.

«Si hubiera alguno de aquí que hiciera compañía a los sacerdotes, enseñando portugués, dirigiendo a los jóvenes y ofreciendo orientación, sería una gran riqueza», declaró, haciendo un llamamiento al obispo de la diócesis de Lamego, monseñor Jacinto Botelho, quien se encontraba presente.

«Los que vengan tendrán que habituarse a grandes sacrificios. Allí nuestra alimentación es muy pobre», advirtió monseñor Ximenes Belo, añadiendo que durante muchos siglos los portugueses supieron adaptarse a las tierras a las que llegaban.

Educación y cultura son las esferas en las que el obispo de Dili considera fundamental el apoyo de Portugal, incluso porque actualmente, poco después de la conclusión de una guerra de independencia, «hay una guerra de influencias».

Los indonesios, explica, «se han retirado políticamente, pero permanecen a través de la lengua y la cultura», y además están los que «inyectan veneno» contra Portugal, recordando a los timoreses los tiempos del colonialismo.

Cinco meses después de la independencia de Timor Oriental, todavía entre 50.000 y 60.000 refugiados sufren en manos de los indonesios, afirmó el obispo de Dili, añadiendo que en los campamentos de refugiados viven indonesios armados, en milicias, «quienes todas las noches amenazan a las personas para que no vuelvan a Timor Oriental».

«Viven en pésimas condiciones, mueren muchos niños y, en algunas zonas, de noche las jóvenes son forzadas», relató el obispo de la región, y observó que al Gobierno indonesio no le interesa retirar los soldados porque «tiene interés» en las ayudas internacionales destinadas a los refugiados.

Por otra parte, considera que los que se encuentran en territorio timorés también han vivido «una alegría reprimida» y que «el clima general continúa siendo de tristeza», cinco meses después de la independencia del territorio.

«Las fiestas de la celebración de la independencia se han hecho para los extranjeros, sólo para que se viera», señaló monseñor Ximenes Belo, lamentando que las poblaciones no hubieran podido festejar como les hubiera gustado, con sus propias músicas.

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ZENIT Staff

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