Obispo argentino apoya decididamente la campaña «El hambre más urgente»

Busca crear un Programa Nacional de Desarrollo Infantil

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BUENOS AIRES, 20 noviembre 2002 (ZENIT.org).- En medio de los casos de muerte de niños por inanición en Tucumán, el obispo-prelado de Humahuaca, monseñor Pedro Olmedo Rivero, ha invitado a participar en la campaña de firma de la iniciativa popular conocida como «El hambre más urgente», que tiene por objetivo de «romper la cadena que oprime a tantos de nuestros hermanos y hermanas».

«Si todos cooperamos con nuestro apoyo a esta iniciativa –explica el prelado en declaraciones publicadas por la ágencia AICA— podríamos empezar a cambiar algunas cosas que, como este hambre, no deberían existir en nuestra patria, donde se produce comida para 320 millones de personas, y resulta que casi la mitad de la población, que no llega a los 35 millones, pasa hambre».

«El hambre más urgente» es una campaña solidaria que tiene por objetivo lograr que el Congreso Nacional debata la creación de un Programa Nacional de Desarrollo Infantil, destinado no sólo a garantizar la alimentación de 2.300.000 niños indigentes y mujeres embarazadas en condiciones de pobreza, sino también a asistir a niños menores de 5 años.

La iniciativa es impulsada por organizaciones ciudadanas civiles. Para que el Programa sea implementado se requieren 400 mil firmas. Por este motivo, se confeccionó una plantilla para que la población se pueda adherir a esta campaña.

En una carta al pueblo de Dios de la prelatura de Humahuaca y a los hermanos de otras confesiones, el pastor responsabilizó de esta situación a la clase dirigente que «no está empeñada en solucionar la crisis, sino en mantener sus privilegios personales y sus beneficios, aunque el pueblo muera».

Recordó, además, que la campaña es «una acción solidaria desesperada, a la que la propia Conferencia Episcopal Argentina adhirió y apoya decididamente, ante la falta de respuestas a las graves necesidades que todos padecemos, algo que ni siquiera debería existir si respetáramos los principios fundamentales de nuestra Constitución Nacional, que garantiza, entre otros, el derecho a la alimentación, pero que parece haber quedado en letra muerta».

Tras considerar que unos 26.000 comedores escolares, más de 3.000 comedores de la Iglesia católica y otros 1.500 de otras confesiones ejercen «una red solidaria que funciona y que si se utiliza para canalizar los alimentos que se ofrecen desde los productores y empresarios, acabaría con el hambre en pocas semanas», opinó que «si a esta impresionante red le añadimos otros comedores comunitarios de centros vecinales, organizaciones comunitarias y las cocinas de campaña del Ejército, puede cambiarse la errática marcha en la que nos encontramos».

Monseñor Olmedo Rivero sugirió también que sean las organizaciones no gubernamentales solidarias, eclesiales y comunitarias las que realicen la administración, gestión y el seguimiento de esta propuesta de Programa Nacional de Desarrollo Infantil.

Criticó, en este sentido, que «el Estado y otras instituciones públicas han dado hasta el momento sobradas pruebas de utilizar la miseria y el hambre en beneficio propio, administrando una red de clientelismo político y partidario, beneficiándose y comerciando con la miseria de nuestra gente».

«Lo peor que nos puede pasar es que nos acostumbremos a que nos manoseen, a que nos violen cada día nuestra propia dignidad y a que la inmoralidad de unos pocos mantenga en la miseria a una mayoría –afirma el prelado–. Digamos basta ya con nuestra firma e impidamos que se sigan derrochando y manipulando los muchos recursos que deberían alcanzar para todos y que sólo son beneficio para quienes los reparten o para quienes se doblegan a sus intereses».

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ZENIT Staff

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