En declaraciones, recogidas por la prensa venezolana, el purpurado recordó a los autores del atentado que «en la Iglesia no tenemos partidos».

El arzobispo de la capital venezolana explicó que la violencia en el país está «llegando a extremos tales que debemos implorarle a Dios que paremos porque si seguimos esta escalada de violencia podemos llegar a una situación muy grave de enfrentamiento».

Por su parte, la Conferencia Episcopal Venezolana ha confesado en un comunicado su preocupación por los recientes episodios de violencia que se han verificado en Caracas y Táchira y ha condenado «de manera serena, pero firme e inequívoca, el atentado perpetrado contra la residencia» del cardenal Velasco.

El estallido de la granada, según los prelados, es «una señal, más, pero significativa, de la creciente y peligrosa descomposición social, producto de un clima de intolerancia, exclusión mutua e impunidad, que ha llevado a la organización de grupos armados con el fin, no sólo de crear incertidumbre y caos, sino también irrespeto a la dignidad de las personas, sencillas o de relevancia pública».

Los prelados hacen un llamamiento a las autoridades, «en especial al Gobierno Nacional y a los Poderes del Estado democrático, a quienes legítimamente corresponde el mantenimiento del orden público, para que asuman responsablemente su papel de garantes de la paz ciudadana, la lucha contra la violencia a personas e instituciones, y el respeto eficaz a los Derechos Humanos, en el marco de la Constitución y las leyes».

Por informaciones de testigos oculares la Policía Judicial considera que los responsables del atentado contra la residencia del cardenal podrían ser los mismos que han cometido atentados terroristas contra la Central de Trabajadores Venezolanos (CTV) y Fedecámaras, Globovisión y Unión Radio.