Argentina: Los casos de desnutrición, fruto del egoísmo

BUENOS AIRES, 29 noviembre 2002 (ZENIT.orgAICA).- El obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, se preguntó si «no es fruto del egoísmo que tengamos tantos casos de niños que se mueren por desnutrición», y si «no hay responsabilidad fundamentalmente en el poder por no velar por la justicia en la distribución de las riquezas, en la grave despreocupación del Estado por la cuestión social y hasta la irresponsable distribución de ayuda que no llega a los más pobres».

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El prelado expresó que «en algunos medios de comunicación escritos u orales, señalan que por estos casos de mortalidad infantil, algunos piden acelerar las propuestas anticonceptivas, para que las mujeres pobres no tengan hijos. Hasta se ha señalado la absurda afirmación de que este es un problema «de mujeres»».

Ante ello, cuestionó si son solo problemas de mujeres «la desnutrición de los niños y niñas y las necesarias consecuencias sicológicas y físicas que produce este flagelo, que lleva a perder toda posibilidad de captar cualquier concepto de educación sexual o acceso a «información»».

Dijo que ello «no sólo es un feminismo absurdo, sino que fomenta la injusticia e indiferencia de los hombres, que también tenemos responsabilidad en la cuestión social».

«Lamentablemente –añadió–, cuando la centralidad no está en la justicia y se la sitúa en la anticoncepción, dejamos en la impunidad la justicia y el egoísmo del poder, para que continúen haciendo estragos con creaturas que se mueren desnutridas en nuestra Patria».

Tras afirmar que «la credencial de ingreso al Reino de Dios son la caridad, la justicia y la misericordia», reconoció que esto «exige fe para comprenderlo y dicha comprensión se hace más difícil en ciertos niveles dirigenciales y de conducción, donde fundamentalmente la lucha por el poder económico o político se tiñen excesivamente de egoísmo y se distancian de la justicia y la misericordia».

Aseguró por último que «hoy los argentinos y los misioneros necesitamos pedir el don de la fe y tener un corazón simple para entender este maravilloso llamado del Señor, invitándonos a todos, sobre todo a los que tenemos más responsabilidades sociales, a formar parte de este Reino de Dios».

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ZENIT Staff

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