NUEVA YORK, 8 de marzo de 2003 (ZENIT.org).- Los comentaristas atacan regularmente a la Iglesia católica por su oposición a los preservativos en los programas de «sexo seguro» y anti-SIDA. Un ejemplo reciente es el artículo del New York Times del 10 de enero de Nicholas D. Kristof, en el que describe la oposición a los preservativos por organizaciones conservadoras como algo «completamente misterioso». Luego citaba una página web católica innominada que decía que «la única contracepción absolutamente garantizada y permanente es la castración», como si esa fuera la posición de la Iglesia. Kristof insistía en que África necesita más preservativos como una parte esencial de la campaña para parar la extensión del VIH/SIDA.
Pero los informes recientes dan buenas razones para dudar del mantra del «sexo seguro» gracias al uso del preservativo. Un equipo internacional de científicos descubrió que sólo el 30% de la ola inicial de casos de SIDA en África (antes de 1988) fue transmitida por vía sexual. Según el Times de Londres del 20 de febrero, más de la mitad de los casos de Sida en África en este periodo inicial fueron causados por agujas sin esterilizar.
El informe contrasta con la proclama extensamente repetida de que alrededor del 90% de los casos fueron por transmisión sexual. El equipo responsable de la nueva investigación ha sido conducido por David Gisselquist, un antropólogo de Pennsylvania, y consultor privado, y el Dr. John Potterat, especialista en enfermedades infecciosas de Colorado. También incluye expertos de la Escuela Universitaria de Medicina Emory de Atlanta y del Colegio Albert Einstein de Medicina de Nueva York.
Sus hallazgos fueron hechos públicos en tres artículos separados publicados en la International Journal of STD and AIDS. Entre los puntos puestos de relieve por el equipo estaba el hecho de que la extensión del VIH no seguía el mismo patrón que las enfermedades de transmisión sexual. Por ejemplo, en Zimbabwe en los años 90, las infecciones aumentaron un 12% al año mientras que las enfermedades de transmisión sexual bajaron en un 25%.
También observaron que la extensión del VIH había sido demasiado rápida para haber sido causada por vía sexual. Para explicar la velocidad, debería haber sido tan fácil contagiarse con el VIH a través del sexo como lo es a través de transfusiones de sangre contaminada. Pero, de hecho, es mucho peor. Asimismo, las enfermedades transmitidas por vía sexual son normalmente más comunes entre la gente pobre y no educada, con todo, el VIH en África está relacionado con la vida urbana, una buena educación y mayores ingresos.
Al día siguiente el Times publicaba los resultados de otra investigación, esta vez sobre los esfuerzos en la región de Masaka, en Uganda. El programa implicó la distribución de 1,5 millones de preservativos, el tratamiento de enfermedades sexuales, y el asesoramiento. A pesar de las significativas reducciones en la sífilis y la gonorrea, no hubo cambios en el número de nuevos casos de VIH.
Cambio de comportamiento
Las dudas sobre el éxito de promover el preservativo se levantaron en un informe publicado el 23 de junio por el Departamento de Asuntos Sociales y Económicos de la División de Población de las Naciones Unidas.
El documento, «VIH/SIDA: Conocimiento y Comportamiento», observa que sólo un pequeño porcentaje de las personas entrevistadas había comenzado a usar preservativos para prevenir la transmisión del VIH. Menos del 8% de las mujeres en todos los países examinados informaban de que habían cambiado de comportamiento al usar preservativos. Las cifras para los hombres alcanzan entre un 15% y un 25% en la mayoría de los países.
Los investigadores también preguntaron sobre las formas de evitar contraer el SIDA. La respuesta más popular, con más del 40% de quienes contestaban, fue el tener sólo un compañero sexual. La segunda fue el uso del preservativo, la tercera fue la abstinencia. En algunos países, por ejemplo, Indonesia y Jordania, menos del 10% de las mujeres mencionaron los preservativos.
Muchos de los entrevistados estaban también enterados de que tener muchos compañeros sexuales aumenta las probabilidades de contraer el SIDA, y decían que uno podría evitarlo al tener un solo compañero. Más del 60% de las mujeres dieron esta respuesta en Brasil, Colombia, la República Dominicana, Guinea y Vietnam.
El informe hacía notar que se había gastado mucho esfuerzo en promover el uso de preservativos como forma de prevenir el SIDA. «Sin embargo, a lo largo de los años, el preservativo no se ha vuelto más popular entre las parejas», afirmaba.
La historia del éxito de Uganda
La confirmación de que cambiar el comportamiento sexual es un remedio más potente contra el SIDA que promover el uso del preservativo vino de un informe de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) de Estados Unidos, publicado el pasado septiembre.
El estudio, «Declining HIV Prevalence, Behavior Change, and the National Response: What Happened in Uganda?», observaba que Uganda «se consideraba una de las historias de más rápida y mejor superación del VIH». La oficina del censo de Estados Unidos y la oficina del SIDA de Naciones Unidas calculan que el predominio del VIH subió a cerca del 15% en 1991, y ha caído al 5% en el 2001. «Este dramático declive del predominio es único en el mundo, y ha sido tema de curiosidad desde mediados de los años 90», observa el documento del USAID.
El informe observa que la caída del predominio de VIH en Uganda se debe «principalmente a cierto número de cambios de comportamiento que se han identificado en algunas encuestas y en estudios cualificados».
«El determinante más importante en la reducción de incidencia del VIH en Uganda parece ser una disminución de las relaciones múltiples y redes sexuales en general», concluye el informe. El informe del USAID observa más adelante que la promoción de preservativos en Uganda ha tenido lugar sobre todo en años más recientes, cuando ya habían tenido lugar las grandes reducciones en el VIH/SIDA.
Los ugandeses tienen ahora considerablemente menos compañeros sexuales no regulares a todos los niveles de edad. En comparación con los hombres de países como Kenya, Zambia y Malawi: «los varones ugandeses en 1995 eran menos proclives a tener que tener siempre sexo (entre los 15 y 19 años), más susceptibles de estar casados y mantener el sexo dentro del matrimonio, y menos proclives a tener compañeros múltiples, especialmente si nunca han estado casados».
El informe observa que el presidente de Uganda dio ejemplo a la nación con su postura al tratar la amenaza del VIH, animando a los líderes de la comunidad a «hablar claramente a la gente sobre retrasar su actividad sexual, abstenerse, ser fieles, ‘cero devaneos’, y usar preservativos (en ese orden estricto)».
África no es el único continente donde el programa de preservativos está fallando. En Chile, el padre Fernando Chomalí dio su testimonio ante la Comisión Nacional del Sida en el que criticaba la promoción del preservativo. El periódico chileno El Mercurio del 19 de enero informaba que el padre Chomalí había observado que, desde 1990, las importaciones de preservativos habían aumentado de 2,6 millones a 15 millones. Al mismo tiempo, las enfermedades sexuales habían continuado aumentando.
Comentaba que numerosos estudios demuestran que, a pesar de que reducen la transmisión del VIH, no lo eliminan. Los preservativos dan una falsa sensación de seguridad, decía el padre Chomalí. Prevenir la transmisión del VIH, decía, se debe unir a una cambio de conducta de la gente, en el contexto de un programa que trate la sexualidad humana de forma integral y se base en valores humanos profundos.
Un comentario reciente del Vaticano sobre los preservativos vino del arzobispo Javier Lozano Barragán,
presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios. Associated Press del 6 de noviembre citaba al arzobispo hablando ante un simposio vaticano sobre cuidados médicos. Afirmaba que sólo hay un camino para prevenir que se extienda el Sida y el virus VIH: «Nosotros decimos que la prevención… se llama castidad». Los estudios muestran ahora la sabiduría de esta posición. «Misterioso» debería usarse quizás mejor para describir las políticas que confían en millones de preservativos y sólo respaldan el comportamiento sexual de riesgo.