Monseñor Jean-Benjamin Sleiman reconoce que la tragedia «ha sembrado desconcierto entre la población, que hasta este momento consideraba que los estadounidenses contaban con una técnica prácticamente perfecta».
El prelado aclara que no asistió personalmente a la masacre, pues tuvo lugar en un barrio alejado de su residencia, en una zona popular, al norte de la capital iraquí.
«Sin embargo –añade en declaraciones a la agencia misionera MISNA–, se comenta mucho entre la población. La gente no se lo esperaba y ahora está frustrada y desalentada. Se puede pensar que es un error, pero ha provocado una tragedia».
Monseñor Sleiman refirió que este miércoles continuó la «tremenda tempestad de arena, que desde hace algunos días flagela al país. Hay tanta arena en el aire que incluso el ruido de las explosiones queda enmudecido».