NUEVA YORK, 2 abril 2003 (ZENIT.org).- En un momento en que el mundo escucha nuevamente el creciente ruido de las armas, es necesario proclamar un claro mensaje a favor de la fuerza de la ley, y no de la ley de la fuerza, también con el compromiso de medidas concretas de desarme basadas en el diálogo y la negociación multilateral.
Este fue el contenido de la intervención que pronunció el martes el observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, el arzobispo Celestino Migliore, durante la sesión anual de la Comisión sobre el desarme.
En su declaración –difundida este miércoles por la Sala de Prensa vaticana–, monseñor Migliore constató que hoy existen «dos perspectivas opuestas: la primera se basa en la convicción de que los conflictos pueden resolverse mediante una determinada y ampliamente difundida voluntad de negociar eficazmente a la luz de los caminos y la sabiduría de la ley».
La segunda perspectiva, continuó, «mantiene que, en vista de las amenazas que resurgen y son difíciles de evitar, la fuerza es más eficaz y directa».
La última postura «sólo reduce la cooperación internacional en materia de desarme, en lugar de incrementarla, provocando repercusiones negativas en el multilateralismo», afirmó.
En su intervención, el arzobispo constató que el sistema de control de armamento ha funcionado eficazmente y ha obtenido resultados significativos en las últimas década. Por ello, debería reforzarse para resolver los nuevos desafíos y amenazas que se presenten.
En este contexto, y haciendo referencia a la actual situación internacional, el arzobispo Migliore subrayó la urgencia de difundir «un claro mensaje a favor de la fuerza de la ley, y no de la ley de la fuerza».
Dada la interdependencia entre las naciones y el riesgo de destrucción recíproca, monseñor Migliore recalcó también la importancia de que «todos los Estados e individuos respeten decididamente las leyes y procedimientos que han sido establecidos para el desarme nuclear y la eliminación de las amenazas planteadas por las armas convencionales».
«Este es el momento en que cada uno de nosotros, conscientes de la gravedad de la situación presente en que la ley debe elegirse por encima de la fuerza, debe moverse por un profundo sentido de responsabilidad hacia el proceso de desarme», concluyó.