MONTERREY, 3 abril 2003 (ZENIT.org).- El arzobispo John P. Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, ha pedido a hombres de Iglesia y a los profesionales del mundo de la comunicación y de la informática que hagan presente el rostro de Cristo en la sociedad de la información.
«¿Cómo puede la Iglesia de Cristo hacerse oír por el espíritu moderno, tan orgulloso de sus realizaciones y al mismo tiempo tan inquieto por el futuro de la familia humana?», preguntó este miércoles al inaugurar el Congreso Continental Iglesia e Informática que se celebra del miércoles al sábado en Monterrey (México).
Ante nuestros ojos, afirmó, tiene lugar una batalla cultural, en la que se proponen diversos modelos de la persona humana, de sociedad y de valores.
Ante esta realidad, aseguró, «la Iglesia no puede ni debe dejar que el “rostro de Cristo” esté ausente de este panorama, y tiene la misión de dar testimonio con la palabra y las obras de la mejor de la Noticias que el hombre puede recibir».
El arzobispo reconoció que Internet afronta el grave desafío de la llamada «brecha digital», ya que sólo el 7% de la población mundial tiene acceso a este medio, y la mitad está en Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón.
Algunos organismos internacionales en sus idearios, recordó, buscan trabajar por la «integración digital» reafirmando los derechos humanos y democráticos. Sin embargo, según el arzobispo estadounidense, nada de esto puede construirse únicamente sobre las bases de la tecnología y la economía, ya que quién protagoniza la sociedad de la información es la persona humana.
La sociedad de la información quedaría vacía si ignorara los factores humanos, éticos y espirituales que la sostienen, aclaró.
Al ilustrar los objetivos del Congreso, que lleva por lema «Hacia una red humana de respuestas y ayudas», monseñor Foley explicó a representantes de 25 países de América y Europa que «estamos aquí para conocernos, hablar, escucharnos unos a otros y dar juntos ese salto hacia delante, al cual el Papa Juan Pablo II nos invitaba en la “Novo millennio inuente”. Actuar en sintonía, colaboración, en red, oteando hacia dónde es oportuno dirigir nuestros esfuerzos».
«Estamos abiertos al Espíritu Santo para poner los instrumentos tecnológicos al servicio de la persona humana, de las comunidades, y de la comunión y el progreso», aseguró.