MONTERREY, 6 mayo 2003 (ZENIT.org).- El episcopado de México ha elevado una voz unánime para detener la destrucción de las familias del país y se ha comprometido a impulsar las iniciativas que protejan y construyan la familia como santuario de la vida, extendiendo esta propuesta a todos los ámbitos del país.
Es el contenido del «Mensaje a las familias mexicanas» que los obispos han difundido al término de la LXXV Asamblea Plenaria que se cerró el viernes pasado en Monterrey.
En sus reflexiones, los prelados han podido constatar «con dolor» que muchas familias se van desintegrando y que se trivializa la sexualidad «reduciéndola sólo a un medio de placer que instrumentaliza a las personas».
«Dios ha querido que la familia sea el santuario de la vida. (…) Es grave que tantos esposos y quienes no lo son –subrayan los obispos– recurran a medios anticonceptivos, llegando incluso a esterilizarse para evitar el embarazo o, lo que es peor, recurrir al aborto».
Los prelados defienden además que los hijos, como fruto y signo del amor de los esposos, «son un don de Dios». Por ello «no pueden ser considerados como un “derecho” y recurrir a la procreación asistida por medios inmorales como la fecundación “in vitro”».
La paz en la familia, como «fuente de paz para la nación y la humanidad», también sufre agresiones de la pobreza, la miseria, la falta de medios adecuados para la salud e incluso la migración, un fenómeno «que repercute directamente en la desintegración familiar».
Los obispos mexicanos denuncian asimismo «otras forma de violencia» contra la familia: «el aumento del narcotráfico y la drogadicción que destruye a los adolescentes y jóvenes» y la separación y el dolor que ocasionan las guerras en el panorama internacional.
Compromisos y propuestas en defensa de la familia
«La familia es un patrimonio humano. Si llegáramos a perderla –advierte el episcopado mexicano–, nos privaríamos de la célula vital de la sociedad».
Por ello proclama: «¡Basta! a toda destrucción de nuestras familias. Nos comprometemos a atender esmeradamente a la familia desde nuestro ministerio».
«Con toda la fuerza de la Nueva Evangelización –declaran–, llamamos hoy a nuestros sacerdotes, a los consagrados y a los laicos a establecer un compromiso firme y audaz por anunciar, celebrar y servir el Evangelio del matrimonio, de la familia y de la vida en un espíritu de comunión».
«Crearemos las estructuras indispensables y los proyectos adecuados para que se respete y defienda la vida humana en todas sus fases y se proteja y promueva una cultura ecológica, en la que se honre y ame la vida humana, pues el hombre es el centro de la creación», anuncian los obispos en su mensaje.
«Llamamos a las universidades, escuelas y maestros católicos –se lee en el documento– a cumplir con su vocación de formar a sus alumnos en la recta conciencia moral sobre los temas de la sexualidad, el matrimonio, la familia y la vida, en comunión y fidelidad al Magisterio de la Iglesia».
Los obispos de México también dirigen un llamamiento a los medios de comunicación, con quienes quieren trabajar «en un esfuerzo conjunto para la elaboración de contenidos que respeten y promuevan el matrimonio, la familia y la vida».
A los empresarios piden que respalden a las familias de sus trabajadores, pues «una empresa que apoya a la familia, se fortalece y cumple con su compromiso social», y exhortan a los legisladores a impulsar leyes que defiendan los derechos de la familia y la dignidad del ser humano desde la fecundación hasta su muerte natural, «como lo establece la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos».
«Invitamos a nuestras autoridades y a toda la sociedad a hacer de la familia una causa común. Los llamamos a unirnos como una sola familia mexicana para construir nuestra Nación a través de una cultura del amor, del matrimonio, de la familia y de la vida», concluyen.