Esta región, según la edición de este sábado en italiano del diario oficioso de la Santa Sede, «necesita proyectos concretos que se basen en la persona y el respeto de su dignidad, que ofrezcan una posibilidad de trabajo, que promuevan el diálogo y la colaboración entre los diferentes componentes de la sociedad civil».
Según «L’Osservatore Romano», este viaje a Bosnia-Herzegovina del Papa, tras la visita a Sarajevo de 1997, «es un púlpito esculpido en la historia desde el que habla a Europa y al mundo».
Los 43 meses de la guerra –de 1992 a 1995– que alteraron por completo a la antigua Yugoslavia son una admonición al viejo continente y sus 200 muertos al día «han excavado una fosa profunda, una herida cruel en el corazón llamado Bosnia».
Por este motivo, Europa no puede permanecer cerrada «en su pesada saciedad».
La petición de que Bosnia Herzegovina entre en la Unión Europea fue avalada por Juan Pablo II este domingo en su discurso de llegada al país.
La Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea concluyó este sábado ofreciendo 210 millones de euros (249 millones de dólares) en asistencia a cinco países balcánicos (Bosnia-Herzegovina, Albania, Croacia, la Antigua República Yugoslava de Macedonia, y Serbia y Montenegro) y expresaron su intención de incluirlos en la Unión.
Para satisfacer las condiciones necesarias para su inclusión futura, los representantes de esos países balcánicos se comprometieron a una «cooperación total e inequívoca» para entregar a presuntos criminales de guerra al tribunal de La Haya (Países Bajos).
La declaración conjunta de esos países señaló que el crimen organizado y la corrupción, que han florecido desde el desmembramiento del régimen comunista, es «un obstáculo real para la estabilidad democrática».