Giovanni Guaita, prologuista de la edición castellana de esta obra de Men, y amigo personal del autor, dice que la obra fue «el primer libro «evangelizador» de gran tirada en la Rusia soviética».
Este libro es el último de una serie de siete volúmenes titulada «En busca del camino de la verdad y de la vida», en la que Alexandr Men quiso reflejar la idea de «que toda la historia del pensamiento humano lleva a Cristo».
Por eso, después de haber dedicado los volúmenes anteriores a hacer un recorrido por la historia de las religiones, su obra desemboca en este libro central en el que «El Hijo del Hombre» (título del libro en el original) es el punto culminante y la síntesis de toda la obra anterior.
En esta nueva vida de Jesús, el autor, según Guaita, ha sabido mantener el equilibrio entre «el carácter científico y accesible de su obra». «Es un libro para todos: para el que no sabe nada de Jesucristo, para quien lo conoce y cree en él y también para el que entiende de teología», añade.
Según Giovanni Guaita, en esta obra «es fundamental el punto de vista del autor en cuanto sacerdote ortodoxo arraigado en la cultura rusa, que no tiene las mismas referencias que los escritores occidentales: los puntos cardinales de su obra son los Padres de la Iglesias orientales, la literatura apócrifa y el judaísmo (en particular el Talmud)».
A pesar de las condiciones de aislamiento cultural de Rusia en el momento en el que el autor trabajaba en el libro, es sorprendente su rigor científico, aunque para Guaita el libro es interesante sobre todo como «relato de la vida de Jesús».
Alexandr Men nació en Moscú en 1935, hijo de padre judío y madre convertida al cristianismo en la iglesia ortodoxa.
Tuvo una amplia información intelectual, hasta el punto de que Seguei Averinchov, uno de los pensadores contemporáneos rusos de mayor relieve, le considera como «el misionero de la tribu de los intelectuales».
Fascinado por la visión cristiana de Vladimir S. Soloviev, estudia teología por su cuenta y biología en Moscú. Ordenado sacerdote, fue el primer profesor autorizado a enseñar religión en un centro del Estado soviético. Escribió y publicó clandestinamente numerosas obras.
Un rasgo característico de su biografía fue la amistad con movimientos ecuménicos y espirituales de Occidente: desde las comunidades de Taizé a los Focolares, o desde Comunión y Liberación a las hermanitas de Charles de Foucault, supo permanecer siempre abierto al diálogo.
Sospechoso a los ojos del KGB y de los antisemitas, fue asesinado a hachazos por unos desconocidos el 9 de septiembre de 1990.
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