Obispos recuerdan al «ALCA» que «la economía es para la persona»

MONTEVIDEO, 14 septiembre 2003 (ZENIT.org).- Los delegados episcopales de los países del MERCOSUR («Mercado Común del Sur»: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), Bolivia y Chile han advertido de la necesidad de que el proyecto del ALCA tenga como motor el bien común y la solidaridad entre los pueblos, otorgando preferencias competitivas a los países en vías de desarrollo.

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Y es que, de acuerdo con los prelados, un verdadero proceso de integración de América debe tener en cuenta «los derechos humanos y los principios de la soberanía, la justicia, la solidaridad y el respeto a las identidades culturales de los pueblos».

Así se desprende del IV encuentro –del 2 al 4 de septiembre en Montevideo (Uruguay)— en el que los obispos delegados analizaron el impacto del «Área de Libre Comercio de las Américas» (ALCA) sobre la sociedad, la economía, la cultura y la identidad de las naciones de la región.

El proyecto del ALCA carece en estos momentos de la «participación de todos los sectores de la sociedad civil», denuncian los prelados.

Además llaman la atención sobre la «excesiva desproporción entre las capacidades competitivas» de los países de la región, por lo que la eventual integración de los países americanos podría convertirse en «un neocolonialismo» perjudicial para las comunidades locales.

Los prelados también expresan su temor a que el proyecto propicie «una concentración del poder económico en pocas manos» que «terminarían por imponer su hegemonía a los gobiernos, especialmente en los países más débiles del continente americano».

Presentamos a continuación las conclusiones del encuentro de Montevideo.

* * *

EL ALCA Y EL FUTURO DE NUESTROS PUEBLOS

1. – Del 2 al 4 de septiembre nos reunimos en la ciudad de Montevideo obispos representantes de las Conferencias Episcopales de los países del MERCOSUR, Chile y Bolivia para reflexionar sobre algunos desafíos éticos y pastorales que supondría la implementación del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) en nuestra región.

2. – No ignoramos la complejidad y las diversas percepciones que suscita en la sociedad. Por eso pensamos que es necesario no sólo un análisis técnico-económico sino también ético-social de la cuestión.

3. – Nos preocupa en primer lugar la insuficiente información y la rapidez con la que se impulsa dicho proyecto, con la consiguiente falta de participación de todos los sectores de la sociedad civil en una toma de decisión tan importante para el futuro de nuestros pueblos.

4. – Una eventual integración de los países americanos debería tener en cuenta no sólo el aspecto económico y comercial sino todas las dimensiones de la persona humana: sociales, políticas, culturales y religiosas.

5. – La excesiva desproporción de las capacidades competitivas entre nuestros países, algunos de ellos con economías muy fuertes y desarrolladas, otros muy débiles, y el desequilibrio de intereses y poderes, podrían traer consecuencias muy graves especialmente en relación a la identidad cultural, los puestos de trabajo y la misma subsistencia de las economías más frágiles. Más que una integración podría tratarse de un neocolonialismo con un impacto negativo sobre las comunidades locales.

6. – Este proyecto tendería a propiciar una concentración del poder económico en pocas manos y en pocas empresas competitivas, favoreciendo la formación de monopolios y oligopolios, que terminarían por imponer su hegemonía a los gobiernos, especialmente en los países más débiles del continente americano.

7. – Nos preocupa también la situación en la que se encontrarían economías muy elementales pero que pertenecen a la identidad cultural de nuestros pueblos, como la de los aborígenes o las comunidades rurales, que en este sistema correrían el riesgo de ser desplazadas o anuladas.

8. – Un proyecto como el ALCA debería tener como primera motivación la promoción del bien común y de la solidaridad entre los pueblos y no la búsqueda del mayor provecho de algunos pocos y de los más poderosos en detrimento de los débiles.

9. – Puede parecer que la implementación del ALCA es irreversible. Sin embargo es también posible cambiar algunos de sus términos para que los países en vías de desarrollo tengan preferencias competitivas, se respete su soberanía y autodeterminación y sus recursos naturales estratégicos no sean susceptibles de apropiación privada. En este sentido es importante reconocer y participar en la construcción y fortalecimiento de bloques regionales y subregionales en nuestro continente.

10. – Un verdadero proceso de integración de América debe basarse en una política continental que tenga en cuenta los derechos humanos y los principios de la soberanía, la justicia, la solidaridad y el respeto a las identidades culturales de los pueblos.

11. – Una vez más afirmamos, inspirados en la Doctrina Social de la Iglesia, que la economía debe estar al servicio de la persona humana y respetar los derechos fundamentales de los pueblos.

Montevideo, 4 de septiembre de 2003

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ZENIT Staff

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