CIUDAD DEL VATICANO, 30 septiembre 2003 (ZENIT.org).- La visita a Georgia, Armenia y Azerbaiyán del arzobispo Jean-Louis Tauran, secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, ha concluido con un sabor de boca agridulce.
En Armenia y Azerbaiyán la visita ha servido para constatar el crecimiento y las buenas relaciones de la comunidad católica, tanto con el gobierno como con la Iglesia ortodoxa local; en Georgia, sin embargo, la oposición de la Iglesia ortodoxa ha dejado a los católicos sin reconocimiento jurídico.
El arzobispo francés, que será creado cardenal en el consistorio del 21 de octubre, visitó las repúblicas ex soviéticas del 18 al 25 de septiembre.
En Georgia, primera etapa del viaje, tras largas negociaciones, el prelado debía haber firmado el acuerdo Iglesia-Estado que ofrecía reconocimiento jurídico a la Iglesia católica en el país.
A última hora, Petre Mamradze, primer viceministro de Estado y Jefe de la Cancillería de Estado, informó en el Ministerio de Asuntos Exteriores que el acuerdo no tendría lugar por la oposición de la Iglesia ortodoxa local.
En Georgia, país de unos 5 millones de habitantes, los ortodoxos son el 75 por ciento de la población
En días precedentes el Patriarcado ortodoxo de Georgia publicó una declaración en la que expresaba su oposición al reconocimiento jurídico de la Iglesia católica en el país. Se filtraron, además, a los medios de comunicación informaciones falsas sobre el contenido del acuerdo.
Anulados los encuentros protocolarios, monseñor Tauran, presidió la misa en la catedral latina situada en el centro de Tiflis y en la homilía alentó a los católicos a ser promotores de la unidad y a promover el renacimiento espiritual y moral del país.
El 20 de septiembre, el cardenal designado llegó en coche a Armenia, país en el que tanto el gobierno como la confesión cristiana mayoritaria, la Iglesia ortodoxa armenia, mantienen buenas relaciones con los católicos.
La república ex soviética cuenta con unos 3.327.000 habitantes, de los cuales el 94% permanecen a la Iglesia apostólica armenia, separada de Roma desde hace 1500 años.
Al día siguiente, Tauran viajó a Etchmiadzin, sede del Catholicós, patriarca supremo de todos los Armenios, Karekin II Nersissian, centro espiritual que Juan Pablo II visitó en septiembre de 2001 con motivo de los 1.700 años de la conversión al cristianismo del pueblo armenio.
En la tarde de ese mismo día, en Erevan, se encontró con el presidente de la República, Robert Kocharian, y luego presentó un homenaje floral en el Memorial que recuerda las masacres perpetradas por los otomanos en 1915.
El 22 de septiembre, el representante del Papa visitó al monseñor Nerses der Nersessian, arzobispo para Europa oriental de los Armenios católicos, con quien mantuvo un momento de oración y visitó un orfanato de la Cáritas local.
El 23 de septiembre Taruan viajó a Baku (Azerbaiyán) para encontrarse con representantes del país (el viceministro de Asuntos Exteriores, Khalaf Khalafov; el presidente del Parlamento, Murtuz Aleskerov; y el vice-primer ministro, Artur Rasi-zade) y buscar caminos pacíficos para resolver la cuestión de Nagorno-Karabaj (territorio azerí poblado en su mayoría por armenios).
Con motivo de la visita, el alcalde de la ciudad ofreció a la comunidad católica local un terreno para la construcción de una iglesia (un edificio anterior, construido en estilo gótico en 1888, fue destruido en los años treinta por orden de Stalin).
En este país de casi 8 millones de habitantes, de los cuales el 93% es musulmán, monseñor Tauran afrontó la situación jurídica de los católicos en la mañana del 24 de septiembre con Rafik Aliev, presidente del Comité gubernamental para las comunidades religiosas.
Luego visitó al jeque Allahshukur Pasha-zade, presidente del Consejo espiritual de los musulmanes del Cáucaso.
<br> En su residencia fueron también invitados el obispo del patriarcado ortodoxo ruso, Aleksander Iscenin, y el señor Semyon Ikhiidov, presidente de la Comunidad judía.
A continuación, monseñor Tauran, por invitación del obispo Aleksander, visitó la Iglesia rusa, totalmente reconstruida tras la destrucción de los años del comunismo.
La visita concluyó con la celebración de la eucaristía presidida por el arzobispo en la capilla confiada a los salesianos, en presencia de unas 120 personas. Tras la misa todos los presentes se dirigieron a rezar en el terreno en el que surgirá la futura iglesia católica.