CIUDAD DEL VATICANO, 23 noviembre 2003 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que pronunció Juan Pablo II a mediodía de este domingo antes de rezar la oración mariana del «Angelus» junto a los peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

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¡Queridísimos hermanos y hermanas!

1. Hoy, último domingo del Año Litúrgico, celebramos la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. En el curso de los meses le hemos contemplado en todos sus misterios, desde su nacimiento hasta la ascensión al cielo, poniendo en el centro la Pascua de su muerte y resurrección. Ahora, con el apóstol Pablo, reconocemos que el proyecto de Dios es «recapitular en Cristo todas las cosas, las del cielo y las de la tierra» (Ef. 1, 10).

2. Mirando a Quien la liturgia oriental llama el «Pantocrator», cobra plena relevancia la misión de los creyentes, llamados a cooperar, en la variedad de los ministerios y de los carismas, a la construcción de su Reino. En este contexto deseo situar también un particular acontecimiento eclesial que ha tenido lugar en estos días en Roma. Me refiero al Congreso de Música Sacra de la Asociación Santa Cecilia, organizado en el centenario del «Motu proprio “Tra le sollecitudini”» con el que el Papa san Pío X publicó una importante Instrucción sobre la música sagrada. Dirijo a los numerosos participantes mi cordial saludo y agradezco a cuantos ponen al servicio de la liturgia sus talentos y capacidades musicales.

3. Junto a Jesús, Rey del universo, contemplamos a María, la Madre del Rey, que por ello invocamos como Reina del Cielo y de la Tierra. Que Ella nos ayude a hacer de nuestra vida un canto de alabanza y de fidelidad a Dios, santo y misericordioso.

[Después de rezar el Ángelus el Papa dirigió estos saludos:]

Saludo a los participantes del Festival Internacional de Música y Arte Sagrado, especialmente a los amigos de la música sagrada procedentes de Alemania, los «Wiener Philarmoniker» de Austria, los músicos de San Petersburgo y los miembros de coro de los Estados Unidos de América.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en especial a los fieles de San Lorenzo y San Andrés de Murcia. ¡Qué Cristo, Señor del Universo, reine siempre en vuestros corazones!

Saludo a los peregrinos de lengua italiana, en particular a la Asociación Religiosa de los Institutos Socio-sanitarios, que en los próximos días celebrará en un congreso sus cuarenta años de actividad.

A todos deseo feliz domingo.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]