CIUDAD DEL VATICANO, 1 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Ante una sociedad que no percibe el mensaje de la Iglesia de manera positiva, Juan Pablo II ha reconocido que la Iglesia necesita obispos de una intensa relación con Cristo.
Así lo aseguró este viernes al recibir al primer grupo de obispos franceses que ha comenzado la quinquenal visita «ad limina apostolorum» al Papa y a sus colaboradores de la Curia romana en Roma.
Tras encontrarse personalmente con cada uno de ellos en días anteriores, el Santo Padre recibió en su conjunto a los obispos de las provincias de Cambrai y de Reims con quienes afrontó la misión del obispo. Con otros grupos de obispos franceses afrontará otros temas de la vida de la Iglesia.
Basándose en los informes que los prelados le han entregado con motivo de su visita, el Papa constató que «en el mundo actual» «vuestra misión se ha hecho sin lugar a dudas más compleja y más delicada, en particular a causa de la crisis que tenéis que seguir afrontando».
«Se caracteriza por la fragilidad espiritual y pastoral y por el clima social en el que los valores cristianos y la misma imagen de la Iglesia no son percibidos de manera positiva», reconoció.
Se trata de una sociedad, añadió, en la que «reina con frecuencia una visión moral subjetivista y laxista».
Por otra parte, reconoció el Santo Padre, los obispos tienen que afrontar esta situación en momentos en que se da una disminución de los sacerdotes y de las personas consagradas.
«Independientemente de las circunstancias apostólicas», el Santo Padre consideró que lo más importante es que los obispos estén animados en su ministerio por «la esperanza de Cristo».
Para ello, les ofreció un consejo central «estad atentos a vuestra propia vida espiritual, arraigando vuestro ministerio en una intensa relación con Cristo, en la meditación prolongada de la Escritura y en una intensa vida sacramental».
«De este modo –aseguró a los obispos galos–, podréis comunicar a los fieles el deseo de vivir en unión íntima con Dios, para que afirmen su fe, de manera que juntos podáis proponer la fe a vuestros conciudadanos».
«Toda misión se basa en esta relación privilegiada con el Señor», concluyó.